Para toda la vida

Yo me acojono cuando escucho la expresión “para toda la vida“. Me trasmite una mezcla de incredulidad y respeto mayúsculo que no creo yo que casen bien. ¿Cómo voy a guardar un secreto de por vida? ¿Es el amor en una relación para toda la vida? Es esta misma aprensión la que me conserva de hacerme ningún tatuaje, pero también es verdad que cuando con 6 años me diagnosticaron superdotación intelectual, se suponía que era para toda la vida, leñes.

Por eso hay que cogerla con pinzas la expresión “para toda la vida”. En 2005, la empresa Joyent, que por aquel entonces se llamaba TextDrive, lanzó una oferta de alojamiento web de por vida al precio de 499 dólares. Un único pago y Lifetime Web Hosting, que venía a significar “para toda la vida”, de la empresa.

Entre un tatuaje de un pescado en la pantorrilla izquierda y la contratación de un hosting de por vida, acabe decidiéndome por este último. Así que Harry, Marcio y yo contratamos por aquel entonces los servicios de TextDrive.

Parecían tener unos servidores robustos, aunque descuidaron con los años la capacidad de producción y a mediados de agosto de 2012, cuando TextDrive ya había sido adquirida por Joyent, enviaron un email anunciando que el plan de alojamiento de por vida finalizaba el 31 de octubre de 2012. Así de sopetón, como si tu mujer te soltará un domingo por la mañana después de un polvo matutino que ya no está enamorada de ti.

Ese hubiera sido un buen momento para recoger los bártulos, pero pocos días más tarde Dean Allen, fundador de TextDrive, se propuso relanzar la empresa independientemente el 1 de noviembre de 2012. Lo llamó “Continuación de la vida” y se convirtió en un héroe… Hasta que empezaron a migrar servidores.

En marzo de 2013 migraron los servidores en los que estaba alojado este mediocre blog y toda la codificación de los caracteres de los artículos (el encoding en inglés) se fue a tomar por saco. Me encontré con una web que se hacía difícil de leer, ya que todas las palabras con acento y signos propios del español, como la ñ, se habían transfigurado en signos incomprensibles. Además no podía acceder a la base de datos tras la mudanza y tuve que tirar de una copia de seguridad, moverlo todo a un nuevo servidor (uso Dreamhost ahora) y tratar de solucionar el tema del encoding.

Fue doloroso, casi como un tatuaje de un pescado en la pantorrilla, pero todo parecía haberse arreglado. De pronto, alrededor de noviembre de 2013, ocurrió que cada vez que guardaba un post en el que estaba trabajando, todo el encoding se iba a tomar por saco. La primera vez me dio por corregir todos los acentos manualmente. La quinta vez también, pero supongo que a la sexta ya el asunto me irritó de tal manera que me propuse encontrar una solución. Trasteé con la base de datos y lo pasé todo a UTF-8 (supongo que una vez más) hasta que los nuevos posts ya no sufrían ningún problema, pero la codificación del resto de entradas se fue a tomar por saco, de nuevo. En la base de datos, las entradas que se leen bien son las que en el blog aparecen mal y al revés, pero en el panel de administración me aparecen vacíos. En fin…

La “Continuación de la vida” de TextDrive fue más bien un lento agonizar. Los servidores se caían y no había un servicio de soporte que pudiera responder a los problemas generados. Finalmente, todas nuestras páginas alojadas allí dejaron de estar accesibles en febrero de 2014 y, poco después, Dean Allen anunció el final de la aventura:

TextDrive R.I.P.
[…] no hemos conseguido revivir TextDrive con éxito.

Lo que comenzó a mediados de 2012 como un apasionante reto impulsado por buenas intenciones y claros medios se convirtió rápidamente en un proyecto de limpieza sin casi recursos.

Es decepcionante anunciar que […] hemos agotado las opciones para seguir con TextDrive y vamos a cesar operaciones el 14 de marzo de 2014.

[…]

Lamento haberos defraudado.

El experimento de convertir a tus clientes en pequeños inversores de capital de riesgo puede que le funcionara a la empresa para despegar, pero desde luego no acabó bien para sus clientes.

Voy a aprovechar esta desventura para anunciar también el cese de operaciones en Makememinimal, un blog que se fundó sobre los cimientos de la pasión por el buen diseño y que acabó siendo algo mucho más personal. Posiblemente, ver la web con todos esos problemas de encoding haya ayudado a tomar esta decisión, pero la verdad es que estoy considerando 2014 un año de grandes cambios y este es uno de ellos.

Espero no haberles defraudado tanto como Dean, pero esto se va a quedar así, para toda la vida.

Menú para salir de Windows: Really exit?

xema

Según como lo mires, pero dame una pista

Consideremos la ilusión óptica de los puntos cóncavos y convexos en estas dos imágenes:

Ilusión de puntos cóncavos y convexos
Los puntos cóncavos son aquellos que parecen escarbados en la superficie y los convexos son los curvados hacia el observador, los que invitan a ser pulsados.

Son dos copias de la misma imagen rotadas 180 grados una respecto de la otra, pero se crea esta ilusión debido a que nuestro cerebro genera inferencias inconscientes [en] sobre el significado de las sensaciones. Es decir, asumiendo un mundo tridimensional en el que hay una única fuente de luz que proviene de arriba, esta es la mejor apuesta que podemos hacer sobre la realidad. Una definición salerosa de lo que es nuestra percepción.

¿Por qué partimos de esas premisas? No está claro del todo, pero siempre podemos echar mano de la teoría que lo explica todo asumiendo casi nada: la evolución Darwiniana. Explicación: el sol y la luna como única fuente de luz durante un periodo geológico.

A la teoría de la evolución de Darwin algún día le llegará la hora, pero de momento nos saca de bastantes fregaos. Siempre hay una explicación darwiniana para disparidades como la moralidad, la cohesión social o las herramientas. ¿El iPad? Bueno, la manera de sobrevivir en un entorno hostil y ganar la competición frente al resto de especies.

Steve Jobs estaba convencido de que el hombre es un animal de herramientas, y así lo explicaba en esta historia, la de un estudio en el que se comparó el esfuerzo que necesitaban diferentes especies en recorrer una distancia determinada. El ganador resultaba ser el cóndor. El hombre quedaba en una modesta posición en el último tercio de la lista, hasta que decidieron montarlo en bicicleta. Midieron de nuevo los resultados y, en este caso, el hombre doblaba en eficiencia al cóndor.

Una herramienta nos pone a la vanguardia de todo el reino animal. El iPad no precisamente.

Mi duda existencial es si es un dispositivo para trabajar o para jugar. Desde que escribí ¿Pronto para una tablet? conseguí que Reynholm Industries me facilitara una sin tener que gastarme los más de 600 pavos que cuesta, una cantidad que visto el uso que le estoy dando me hubiera sentado como una patada en el hígado. Apple se ha especializado en que sus dispositivos móviles sean superiores en básicamente dos aplicaciones: fotos y música. El iPad para editar y trabajar con textos es como cuando te cuentan una mala noticia mientras estás comiendo, se te quitan las ganas.

Pantalla de login en la versión móvil de Twitter
Escribir en el teléfono es un coñazo, lo sabemos. De hecho, el tema de estos inicios de sesión en dispositivos móviles debería morir ya, puesto que es una experiencia tanto horrible, debido al tema de escribir adecuadamente, como insegura, debido a que se usa en espacios públicos donde cualquier puede estar mirando por encima tuyo.

No soy yo muy fan de imágenes bajo cristal como paradigma de interacción, donde no se permite la exploración acciones (hacer hovers, por ejemplo). Esto lleva a que en ocasiones no hay pistas de lo que se puede o no hacer y hay que tomar una acción para averiguar si hay efectivamente una acción. Por supuesto algunas cosas están muy bien diseñadas, pero hay dos factores que influyen en que parezca que la usabilidad en general sea mejor:

  • Todo es maravilloso, brillante y bonito.
  • Nos hemos gastado 600 pavos y vamos a acostumbrarnos y aprender a utilizarlo sí­ o sí.

Al final de los días, yo seguiré opinando que la madre del cordero de un buen diseño es una adecuada affordance.

Espero que los mayores se acuerden del skeumorphism (que no traduciré como “esqueumorfismo”). Aquella tendencia que Apple abanderó en el diseño de sus aplicaciones, en la que replicaba la forma y materiales de objetos reales con el objetivo de que lo nuevo resultara familiar y confortable. Valgan como ejemplo estas imágenes del pasado:

Antigua librería de la app iBooks para iPad
Extracto del e-book Winnie the Pooh para iPad
Estantería de madera de pino y libros con papel de eucalipto color crema, que al pasar página se animan como en el MundoReal™.

El skeumorphism se aprovecha de conceptos como las metáforas y los modelos mentales, así que basándose en el previo conocimiento del objeto que es replicado, pretende obtener una interfaz más intuitiva y usable. Muy buena intención, oye, pero llegó el día en el que el skeumorphism se pasó tres pueblos, con texturas de cuero y costuras en el fondo del calendario, y el mundo empezó a cogerle manía. Que si estas metáforas visuales están pasadas de moda (¿alguien se acuerda de lo que es un Rolodex?), que si es una manera de justificar decisiones de diseño poco elaboradas (esto es lo que es familiar para los usuarios y esto es lo que entienden), que si se concentra más en la forma que en la función (es como pintarle los labios a un cerdo), etc. El tema acabó ridiculizado incluso dentro de la misma Apple.

Así que, como es habitual tras un período rococó, se rompe con todos los esquemas y se vuelve a la armonía y la sencillez del neoclasicismo, que esta vez toma el nombre de flat design (que no traduciré como “diseño plano”). Doble tirabuzón carpado y nos situamos completamente al otro extremo, con una falta total de ornamentación y una estética que va más allá del minimalismo, donde el mantra “deshazte de todo lo que puedas” se sustituye por el nuevo “deshazte de todo”.

Interfaz de usuario de Windows Metro
Microsoft Metro se distanció del skeumorphism enfatizando una interfaz de usuario plana y atómicamente minimalista. ¿Vemos inmediatamente con que podemos interactuar? ¿Se puede hacer clic en los paneles? ¿Es eso una foto o una aplicación?

Se siguen manteniendo metáforas visuales, un sobre para el correo o una cámara para hacer fotos, pero los iconos que los representan están absentes de toda decoración. Ausencia de sombras, brillos, volúmenes. Tanta ausencia, que no tardaron en aparecer quejas sobre la falta de pistas para ayudarnos a utilizar la interfaz. Que si al deshacerse de todo, se pierde también aquello que asistía al usuario y por tanto la usabilidad se ve perjudicada (botones que no parecen que se puedan pulsar), que si ya jugamos con desventaja en pantallas táctiles donde se inhabilitan nuestros receptores del tacto (botones que no parece que se puedan pulsar), que si la transición ha sido demasiado rápida (y los botones no parece que se puedan pulsar), etc.

Con este paso estamos actuando en detrimento de nuestra percepción con la que guiamos nuestras decisiones interactivas (los puntos convexos que como ilusión invitan a ser pulsados), pero a medida que el mundo físico sea menos físico y haya menos cosas con botones en ellas, ¿qué será un botón entonces?

flat sink
Que moderna y minimalista es una pila lisa para el lavabo en vez de una cóncava.

En The Flat Sink se remarca porque las pilas de los lavabos son curvadas:

Curved Sink vs Flat Sink - Splash
Un lavabo plano hace que el agua salpique más.

Curved Sink vs Flat Sink - Drain
Un lavabo curvado permite drenar el agua más fácilmente.

Curved Sink vs Flat Sink -Pool
En un lavabo plano se requiere más agua para conseguir la misma profundidad.

Esto es un ejemplo claro que una excelente apariencia no es condición suficiente para un buen diseño. Las dos aproximaciones pueden ser estéticamente bellas, refrescantes o pasar por meras tendencias, pero no importa como de plano o profundo o minimal o esqueumórfico (lo hice) sea un diseño, o que texturas o sombras se utilicen, si no es capaz de transmitir como utilizarlo cuando lo miramos.

Todo lo que necesitamos es una invitación a la interacción, sea en forma de iconos, etiquetas, animaciones o evolución de Darwin, de manera que seamos capaces de adivinar como interactuar con la interfaz.

La cocina

Hace un par de semanas, la cajera del supermercado de enfrente de mi casa me dijo: “Esa es una firma muy práctica”. Luego, como experta grafóloga que estaba demostrando ser, la comparó con la firma de la parte trasera de la tarjeta de débito y, tras verificación, me la devolvió con una sonrisa. Así­ que cinco días más tarde me encontré a una risueña cajera expectante por verme refrendar. Estos momentos que se comparten con las cajeras pueden llegar a ser desmedidamente í­ntimos.

Si somos lo que comemos y comemos lo que compramos, somos lo que compramos. Tyler no está de acuerdo, pero la risueña cajera del súper orgánico chequea los dos boniatos, los cuatrocientos gramos de pollo y las dos cajas de huevos y ya sabe lo que soy. Al igual que mi firma, que es un garabato de un único trazo continuo, más bien una simple rúbrica, soy un psicópata.

Mido la comida y cuento las calorías cada vez que me nutro, que no son pocas veces al dí­a. Actualmente, como 240 gramos de proteína, 350 de carbohidratos y 50 gramos de grasa. Es la fuente de estos macronutrientes, sin embargo, lo que incorpora el comportamiento obsesivo-compulsivo al juego. Aunque el acto de medir la comida se queda corto en este set de desayuno del holandés Ivo Vos:


Una colección de prototipos para el desayuno con la intención de hacer que apreciemos la importancia de las actividades banales.


Para cortar el pan con precisión absoluta.


Básicos. Escala digital para calcular la cantidad de azúcar y medir la leche.


Tetera equipada con un sensor que calcula la distancia desde la que decantamos el té.


Una tostadora en la que es posible ajustar el angulo de eyección del pan y así­ conseguir que aterrice directamente en el plato.


Y la madre del cordero neurótico. La cuberterí­a estampada con un patrón gráfico uniforme, de manera que todas las piezas se pueden alinear perfectamente.

En los últimos años he pasado de utilizar la cocina como mero almacén de botellas de Jägermeister a considerarla un templo vital. En la cocina ahora reparo en la importancia de sus herramientas, el diseño de los materiales y la usabilidad de sus electrodomésticos. Quiero esta:

Locks Air Kitchen by deVOL
La “Locks Air Kitchen” de deVOL, que debe costar un pastizal.

Cuando me separé por primera vez de mi segunda mujer, me tocó afortunadamente en el reparto, la nevera Smeg que pueden ustedes ver en la foto. Acabé malvendiéndola debido a un feo rasponazo producido durante la mudanza, pero era un magnífico frigorífico, con ese inconfundible diseño que caracteriza la marca Smeg.

Una de sus líneas de encimeras a gas viene con mandos iluminados cuando los fogones están encendidos, que aunque parezca una nimiedad, contribuye no solo en seguridad, sino como parte de la solución a uno de los problemas fundamentales en diseño industrial, el de los interruptores.

Las dos dificultades a superar en el diseño de controles son la agrupación, como determinar que mando controla que función, y la topografí­a, como determinar que interruptor controla que luz, por ejemplo, cuando hay varias agrupadas. Si les parece simple, piensen en cuantas veces encienden la luz equivocada o el fogón equivocado debido a estos problemas.

Encimera a gas de Smeg (PGF96)
Esta es la organización habitual de mandos dispuestos en lí­nea y quemadores en forma rectangular. Al final todos sabemos que los diagramas que representan a los fogones se acaban borrando y es necesario aprender que mando corresponde a que quemador.

Un buen uso de la topografí­a natural no necesita letreros y resuelve este problema del tirón, simplemente disponiendo los mandos del mismo modo que los quemadores:

Encimera Smeg P755AN
La organización de los mandos contiene ahora toda la información necesaria para decidir que interruptor activa que quemador.

A parte de unos electrodomésticos con buena usabilidad, en mi cocina ideal (aquí­ hay más) no podrí­an faltar estas herramientas básicas: un buen cuchillo de chef, un par de tablas de cortar en diferentes materiales (plástico para la carne y madera para los vegetales), espátulas de silicona, fiambreras de plástico (tuppers), una batidora y mucho espacio libre.

Magic Bullet (el bueno), Tea Tube (el feo), sartén japonesa de Muji (el malo)
El bueno, el feo y el malo de mi cocina. Así quedó mi sartén nueva tras estrenarla.

  1. El bueno: Hará casi 2 años que tengo ya el Magic Bullet, que por menos de 50 € hace las veces de batidora, minipimer y licuadora. Lo utilizo hasta 2 o 3 veces al día. Batidos, zumos, salsas, aliños y tortillas.
  2. El feo: El Tea Tube, un tubo de aluminio para preparar infusiones, no es precisamente feo. De hecho, me embaucó su elegancia, pero, al igual que mi segunda mujer, me saca de quicio. Tratar de limpiar las hojas del té tras su uso es desesperante. Por esta razónhay versiones posteriores del mismo tubo con compartimento extraíble.
  3. El malo: No conozco a nadie que aprecie el diseño y reniegue de Muji, la tienda japonesa de la que reniego, pero es que no puedo evitarlo desde que me gasté casi 25 € en una sartén para hacer tortillas y que tuve que tirar tras destrozarla en el primer uso. Mi tortilla se quedó pegada de tal manera que se trajo consigo de cuajo el metal de la placa.

La semana pasada, cuando vi a la grafóloga risueña en la caja del supermercado, pensé en añadir un poco de drama al temita de la firma. Tal vez una pausa justo antes del acto y, en ese momento, mirada de complicidad a la cajera sonriente y expectante. Cual fue mi chasco al descubrir que han instalado maquinitas para las tarjetas y ahora con introducir el PIN basta. Se acabaron los autógrafos.

Grandes momentos de la usabilidad: Votaciones

Recuperemos otro suceso en el que un problema de usabilidad generó un incidente a gran escala: el famoso caso de las papeletas electorales que dieron la victoria a George W. Bush en la presidencia de los Estados Unidos.

– ¿Qué tan difícil es perforar un papel?
РBastante si tienes ochenta y tantos, artritis y ceguera de murci̩lago.

De la película “El recuento” (2008), consecuencia del revuelo montado en aquellas elecciones.

Un pobre diseño en las papeletas electorales en Palm Beach, Florida, causó que mucha gente con la intención de votar a Gore, acabará dando su voto a otro candidato (Buchanan). Tras el recuento, y el Supremo de por medio, George W. Bush ganó las elecciones presidenciales de los Estados Unidos en 2000 por unos contadísimos 5 votos electorales frente a Al Gore. ¿Es necesario comentar algo sobre las funestas consecuencias de la elección de Bush?


Conocida como “butterfly ballot” (la papeleta mariposa), con nombres de los candidatos a ambos lados y una única columna en el medio con los agujeros a perforar, fue la papeleta utilizada en las elecciones presidenciales en Florida.

Más información sobre este error.

Otros grandes momentos de la usabilidad:

¿Deberemos ceder nuestra superioridad a nuestras creaciones?

En la década de los 80, la de 1780, “El Turco” estaba de gira por Europa. “El Turco” no cantaba, sino que era una elaborada maravilla mecánica. Consistía en un torso de madera vestido con túnicas turcas sentado en un escritorio sobre el que había un tablero de ajedrez. Su brazo mecánico movía las piezas, y asintiendo con la cabeza declaraba el jaque. El Deep Blue de la época venció a experimentados jugadores como Benjamin Franklin y Napoleón Bonaparte, que tratando de hacer trampa en varias ocasiones, sacó de sus casillas al turco, que terminó revoleando las piezas.

Evidentemente, en esos tiempos, las máquinas todavía no vencían a los hombres al ajedrez. La maravilla mecánica era, en efecto, un fraude con mucho ingenio. El escritorio, a parte de poleas y piezas, contenía un compartimento secreto donde se escondía un maestro de ajedrez que seguía la partida a través de imanes en las piezas y que movía la mano del turco.

Grabado de El Turco
Grabado del Turco de Wolfgang von Kempelen.

Amazon se inspiró en él para un servicio web llamado Mechanical Turk (el relaxing turco mecánico) en el que se coordinan tareas que requieren inteligencia humana. Los solicitantes publican faenas tales como identificar cantantes en un CD de música, seleccionar fotografías o dibujar una oveja, por una simbólica remuneración, que miles de personas registradas pueden llevar a cabo. La premisa base de este sistema es que hay ciertas cosas que son fáciles para las personas, pero realmente difíciles para los ordenadores. Esta ventaja intelectual nos sigue aun haciendo creer que somos superiores.

No nos incomoda en absoluto que las máquinas nos superen sobradamente en tareas físicas. Es algo a lo que nos hemos acostumbrado desde hace tiempo. Nuestro orgullo humano se mantiene intacto siempre y cuando pensar sea algo exclusivamente nuestro. Pero el día que nos aventajen intelectualmente… ¿deberemos ceder nuestra superioridad a nuestras creaciones?

Para responder a esta pregunta hemos viajado al 2050, veintiún años después de que el primer ordenador superara el test de Turing. Los humanos podrán recibir actualizaciones biológicas en la forma de millones de nanobots campando por nuestro cerebro. Al igual que nuestros cuerpos, híbridos, la realidad estará aumentada. No existirá una línea clara que separe lo real de lo virtual. No nos preguntaremos si los humanos somos superiores a las máquinas, puesto que la definición de humano diferirá de la vigente medio siglo atrás.

Sin embargo, la llegada de la singularidad estará enormemente plagada de conflictos, producto de un avance tecnológico que atropellará al cambio cultural. La humanidad seguirá dividida, principalmente en dos feroces campos ideológicos, aquellos que sitúan a la figura clásica del ser humano como lo prioritario y aquellos a favor de superar las limitaciones del individuo tecnológicamente. Se sucederán oleadas de racismo exacerbando la superioridad de una emergente nueva especie humana.

No es para nada un visión apocalíptica, los conflictos van a existir siempre, y el futuro no es solo una cuestión de lo que es posible, sino de lo que es rentable. Nos volvemos al 2013, no sin antes hacernos con una botellita de nanobots que asegura el prospecto mantienen una erección el tiempo que uno desee.

The Uncanny Valley (El relaxing Valle Inquietante) es una explicación del porqué “El Turco” parece sacado del túnel del terror.

Reconstrucción reciente del Turco
Foto de una reconstrucción del Turco.

En 1978, el japonés experto en robótica Masahiro Mori, señaló un hecho interesante: las personas se sentían atraídas por los robots cuanto más se parecieran a los humanos, pero hasta cierto grado. No nos importa que un un androide se asimile un 50% a una persona. De hecho mola. Pero cuando un robot es demasiado realista, cuando alcanza un 99% de parecido humano, causa repelús y disgusto. Nos concentramos en ese 1% de diferencia. ¿La falta de respiración? ¿La sequedad en la comisura de los labios? El robot que molaba ahora parece más bien un cadáver animado. El Valle Inquietante es ese paradójico punto en el que una copia demasiado perfecta acaba aterrando. Un mago mola, pero alguien que lee tu mente no.

El valle es una curva dinámica como acentúa un hecho imprevisto ocurrido durante una prueba de un robot desarrollado en Los Álamos para uso militar. La máquina, un autómata de casi 2 metros con forma arácnida, debía recorrer un campo minado para desactivar cuantas más minas mejor. Debía hacerlo de la forma más efectiva para encontrar y desactivar minas, pisándolas. La prueba marchaba estupendamente, ya que después de cada explosión, el robot que yacía en el suelo con una pata menos, se levantaba estoicamente y proseguía la misión. Con una única pierna, temblando y avanzando de manera penosa, la máquina seguía haciendo un trabajo magnifico, pero el coronel en mando ordenó suspender la prueba. ¿Por qué? “Este test es inhumano”, respondió.

Puede que la respuesta a todo este desasosiego sean las emociones. Una vez que el pensar deje de ser una prerrogativa humana, nos especializaremos en la gestión de las emociones. Nuestro aprendizaje social y emocional será muy superior a las máquinas pensantes y nuestra hegemonía seguirá preservada. En palabras de Sidney J. Harris:

El verdadero peligro no es que los ordenadores empiecen a pensar como los hombres, sino que los hombres empiecen a pensar como los ordenadores.

No le pegues a los pandas o la compra online y las instrucciones de lavado de ropa

Las personas nos acostumbramos de raíz a esas herramientas fundamentales que nos cuelan en nuestro día a día. Para los mayores de treinta ni siquiera existieron en buena parte de nuestras vidas, pero ya no nos podemos imaginar una realidad sin, por ejemplo, teléfonos móviles, viajes en avión, navegadores GPS o condones XXL.

Nos acostumbramos con relativa rapidez a cualquier nueva herramienta por influencia de aquellos cercanos a nosotros. Como ejemplo de esta paradoja de los grupos, tenemos a Sylvan Goldman, que inventó el carrito de la compra en 1937 tras notar que los clientes de su tienda dejaban de comprar cuando sus cestas empezaban a pesar demasiado. Sin embargo, nadie usó los carros de Goldman en un primer momento hasta que este contrató actores para que empujaran de ellos por la tienda. Los clientes vieron a estas personas, que consideraban estaban haciendo lo mismo que ellos, y el uso de los carritos despegó hasta convertirse en algo ubicuo en los supermercados.

Ahora, para que un objeto de la vida cotidiana (como me mola decir objetos de la vida cotidiana) evolucione en cierto grado, tiene que pasar por el aro de Internet. Desde hace escasos dos meses hago la compra online.

I’m sorry. Are you from the past?

A ver, que pulir Visa por Internet es algo que todos hacemos desde hace años. Yo hablo de abandonar el carrito de la compra. Ya tuve reparos cuando me compré unas botas de fútbol en Zalando. Algo que tienes que probarte, ver como te queda y eso antes de adquirirlas. Ese procedimiento se invierte en la compra online donde primero pagas y luego te devuelven el dinero o lo cambias si no estás contento. Comprar los brócolis y los yogures de cada semana ya es un paso más en fidelidad y confianza, pero la comodidad paga con creces. Mi herramienta fundamental del nuevo año.

Bueno, hasta aquí la introducción, que sirve para descolocar, pues el artículo va en verdad de ropa que, como elemento fundamental de nuestro día a día, desearía profundamente que evolucionara hacia la ropa que no se mancha, que no huele ni se contamina. Vamos, que no haya que lavarla, que es uno de los grandes desastres ecológicos de esta sociedad. Y serviría además, para deshacerse de unos de los mayores despropósitos creados en cuanto a iconografía y estandarización.


O dásela a tu madre. Ella sabe como hacerlo.

Las instrucciones de lavado de la ropa son como los términos y condiciones, nadie se los mira antes del uso. Y puede que la principal razón de ello sea que no se entienden, resultado de unos iconos difíciles de interpretar (¿qué relación tiene para un consumidor un triangulo equilatero y la lejía?). Joaquín Márquez lo detalla muy bien en un post viejuno. La consecuencia de esto es que las etiquetas de la ropa se acaban parodiando a sí mismas:


No le pegues a los pandas.


Estas camisetas se han probado en animales. No les quedaban bien.


Lávate siempre el trasero.


Dásela a tu mujer, que es su trabajo.


Lávala cuando esté sucia.

Si las sillas fueran como Facebook

Cuando vi esta cínica ilustración sobre sillas, no quise dejar pasar la oportunidad, como el que se fue a Sevilla, de traérmela para acá. Y así de paso, aprovechar para recomendar, si es que aún no las conocen, las ilustraciones de Eduardo Salles en El espíritu de los cínicos:


Identificamos sillas de Robin Day (2005-2006), Stam (2007), van der Rohe (2008), Panton (2009), Aarnio (2010) y la silla eléctrica (2012).

Entradas relacionadas:

Alba Prat

No es la primera vez que hablo de Alba en este cuaderno. Aunque ahora sí, le pondré apellido:

Alba Prat. Like aquí, por diox.

Alba Prat es una de los ocho finalistas del H&M Design Award 2013, un premio que concede la marca de ropa H&M (de la que todos tenemos al menos un básico), a jóvenes talentos personificados en estudiantes de diseño de moda. Esto es como ir montada en un unicornio que está saltando un arco iris doble mientras el latido del corazón de Alba a diferentes frecuencias suena a través de unos Funktion-One.

De la representación gráfica de esos latidos, Alba crea una colección de ropa llamada Syn chron para su proyecto final en la Universidad de Artes de Berlín, la UDK (Universität der Künste), y con ella está ahora ahí, al lomo del unicornio, como finalista del H&M Design Award 2013. ¿Quién se llevará el premio del público? Like aquí, por diox.

Yo, además, tengo el tremendo honor de tenerla como Personal Shopper. Un pequeño lujo en mi vida que me puedo permitir, porque como mucho la invito a comer en un asiático. Para mi, que soy bastante negado aparejando prendas y que me diluyo fácilmente en una tienda de ropa, que ella me seleccione y me diga con lo que me tengo que quedar, me llena de seguridad.

Alba llegó a Berlín hace unos 7 años ya. Acababa de finalizar la carrera de técnico de medio ambiente en Barcelona, pero los fines de semana la veía yo más interesada en otros ambientes. Yo la he visto inspirarse para sus colecciones, en la oscuridad de una fábrica abandonada, bombardeada por sonidos ensordecedores, en plena catarsis… En fin, cada uno tiene sus técnicas para advertir a la musa.

No os pido mucho desde este mediocre blog, pero esta vez la ocasión lo requiere. Like aquí, por favor.

Actualización: ¡Gracias a aquellos que le dieron al like! ¡Alba se hizo con el premio del público!

Os dejo con una serie de fotos de sus trabajos.




Seguir leyendo…

xema

Mediocres

Me ha llegado, a través del formulario de contacto, un mensaje anónimo:

Que pasa man, ya no publicas na ???

He pecado de abandono. Aprecio la moderación, en este caso de publicación, pero nada hay de virtud aquí si hemos llegado a uno de los extremos. Lo sé, porque lo sabe Arístoteles.

La sabiduría antigua elogiaba toda posición que no llegara al extremo. Celebraba lo proporcionado y la mesura, despreciando los excesos y la eminencia. La mediocridad estaba viviendo su época dorada. Sin embargo, el paso del tiempo la relevó al veto y la repulsa. No pudo hacer frente a la exaltación del romanticismo, la exageración del barroco, el superhombre de Nietzsche y los superheroes de Marvel. Ahora, que hemos desembocando en la era de los medios, la aspiración a lo máximo y al reconocimiento nos han inculcado que es preferible el fracaso absoluto a la mediocridad.

Con el caudal contínuo de check-ins en twitter, fotos pasadas por filtros vintage y actualizaciones de Facebook, es fácil caer en la trampa de creer que los demás tienen una vida apasionante, mientras nosotros desayunamos un tazón de cereales en calzoncillos. Se promociona una cultura social en la que prima comunicar cuan interesantes somos. El camino hacia el reconocimiento iniciado antes por los medios de comunicación y la publicidad. Lo sé, porque lo sabe Tyler:

La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seriamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock, pero no lo seremos y poco a poco nos hemos dado cuenta y estamos, muy, muy cabreados.

Yo no estoy muy, muy cabreado. Ni siquiera lo estoy un poco porque acogí la mediocridad. Reconozcamos de una vez que todos somos mediocres en casi todo y rescatemos a la medianía de la censura. Es muy difícil no serlo y sería ridículo que todos intentáramos ser estrellas del rock.

Nos bombardean continuamente con la propaganda del éxito. La publicidad y los gurús del marketing exponen que “eres el mejor del mundo (…) o eres invisible”. La sociedad nos transmite que solo quiere ganadores. Competir y ganar. De la noche al día, este no era nadie y hoy lo es todo.

Eso es falso. No existe el éxito de la noche a la mañana. Detrás de él hay habitualmente alguien obsesionado.

Claro como el vodka, si quieres llegar a ser lo más en algo, tienes que estar obsesionado. Hacerlo todo el tiempo, y cuando no lo haces, tienes que estar pensando en ello. La gente de negocios que amasa millones es porque siempre está haciendo negocios. “Lo que la gente necesitada no entiende de la gente con dinero que sigue trabajando 12 horas por día es que, justamente, no lo hace por dinero”, decía Martin Varsavsky en uno de sus posts.

La buena noticia, es que no hay que ser the best in the world. Ser el mejor implica competición, foco en el ego. Siempre se ha dicho que aprender no es lo mismo que sacar buenas notas. Cuando lo importante no es aprender y disfrutar, sino ganar, todo vale. Y cuando todo vale, la vida no se convierte en una meritocracia, sino en un concurso de popularidad, donde el más competente no es el mejor, sino el más hábil compitiendo.

La mayoría de nosotros no estamos aquí para llegar a ser algo o cambiar el mundo, a pesar de cargar con esa sensación. Estamos aquí simplemente para vivir. Es por eso que, desde este mediocre blog, reivindicamos la medianía con naturalidad. Somos mediocres. No somos los mejores, por supuesto, pero tampoco los peores y eso ya es mucho tal como esta el panorama.

Ahora me he acordado de aquella entrevista a Ioannis Ikonomou, un traductor griego que habla 32 idiomas, y de la pregunta que no publicaron:

– Y usted, hablando tantos idiomas, ¿en qué piensa?
– Pues en follar, como todo el mundo.

Somos mediocres, pero también nos gusta una buena taza de te.

La affordance percibida de haber sido reparada

Se dice que la única interfaz intuitiva es el pezón. El resto se aprende. Con la experiencia, nuestros modelos mentales se hacen cada vez más completos y, sin necesidad de reconocer un objeto, podemos llegar a intuir su funcionalidad.


Botones y otros elementos de los productos que comandó Dieter Rams en los 60 para Braun. PSD descargable aquí.

Marcas minimalistas, muescas y volúmenes que nos llevan a la conclusión de que esto de aquí se puede girar, de aquello se puede tirar o de esto se puede pulsar. Esta invitación a utilizar estos elementos es la affordance, concepto del que anotamos sin cansarnos.


Admirable colección de tiradores de las puertas de más de un centenar de coches de todos los tiempos.

Pero hecha la ley, hecha la trampa y resulta curioso ver como se puede aprovechar este concepto para transmitir una propia cultura a un objeto. En la línea de productos “Repair-Ware” se rediseñan una serie de electrodomésticos con la affordance percibida de que han sido reparados.


Fascinante, pero de momento solo un prototipo conceptual de una línea con un único producto: la plancha.

Esta idea es de Samuel Davies, actualmente diseñador de productos en Kenwood, donde no se si le habrán quitado ya la idea de seguir con la línea “Repair-Ware”. Con ella pretende reforzar una cultura de la reparación, abandonando así la actitud de tirar las cosas cuando no funcionan para comprarlas nuevas, y tratando de arreglarlas en consecuencia. Una visión más ecológica, que implica un cambio de mentalidad. No lo compres nuevo si lo puedes arreglar tú mismo. Davies espera que así “los objetos queden emocionalmente conectados con sus propietarios”.



La mayor dificultad en el diseño de estos productos es que el interior debe ser tan amigable como el exterior y muchos estándares de seguridad, por ejemplo, pueden hacer infranqueable este objetivo. De todas formas, tenga o no futuro la idea, me llamó poderosamente la atención como se añade ese elemento que invita a abrir la plancha y perder el miedo a trastear con su interior para una posible reparación. Es la affordance percibida de haber sido reparada.