La cocina

Hace un par de semanas, la cajera del supermercado de enfrente de mi casa me dijo: “Esa es una firma muy práctica”. Luego, como experta grafóloga que estaba demostrando ser, la comparó con la firma de la parte trasera de la tarjeta de débito y, tras verificación, me la devolvió con una sonrisa. Así­ que cinco días más tarde me encontré a una risueña cajera expectante por verme refrendar. Estos momentos que se comparten con las cajeras pueden llegar a ser desmedidamente í­ntimos.

Si somos lo que comemos y comemos lo que compramos, somos lo que compramos. Tyler no está de acuerdo, pero la risueña cajera del súper orgánico chequea los dos boniatos, los cuatrocientos gramos de pollo y las dos cajas de huevos y ya sabe lo que soy. Al igual que mi firma, que es un garabato de un único trazo continuo, más bien una simple rúbrica, soy un psicópata.

Mido la comida y cuento las calorías cada vez que me nutro, que no son pocas veces al dí­a. Actualmente, como 240 gramos de proteína, 350 de carbohidratos y 50 gramos de grasa. Es la fuente de estos macronutrientes, sin embargo, lo que incorpora el comportamiento obsesivo-compulsivo al juego. Aunque el acto de medir la comida se queda corto en este set de desayuno del holandés Ivo Vos:


Una colección de prototipos para el desayuno con la intención de hacer que apreciemos la importancia de las actividades banales.


Para cortar el pan con precisión absoluta.


Básicos. Escala digital para calcular la cantidad de azúcar y medir la leche.


Tetera equipada con un sensor que calcula la distancia desde la que decantamos el té.


Una tostadora en la que es posible ajustar el angulo de eyección del pan y así­ conseguir que aterrice directamente en el plato.


Y la madre del cordero neurótico. La cuberterí­a estampada con un patrón gráfico uniforme, de manera que todas las piezas se pueden alinear perfectamente.

En los últimos años he pasado de utilizar la cocina como mero almacén de botellas de Jägermeister a considerarla un templo vital. En la cocina ahora reparo en la importancia de sus herramientas, el diseño de los materiales y la usabilidad de sus electrodomésticos. Quiero esta:

Locks Air Kitchen by deVOL
La “Locks Air Kitchen” de deVOL, que debe costar un pastizal.

Cuando me separé por primera vez de mi segunda mujer, me tocó afortunadamente en el reparto, la nevera Smeg que pueden ustedes ver en la foto. Acabé malvendiéndola debido a un feo rasponazo producido durante la mudanza, pero era un magnífico frigorífico, con ese inconfundible diseño que caracteriza la marca Smeg.

Una de sus líneas de encimeras a gas viene con mandos iluminados cuando los fogones están encendidos, que aunque parezca una nimiedad, contribuye no solo en seguridad, sino como parte de la solución a uno de los problemas fundamentales en diseño industrial, el de los interruptores.

Las dos dificultades a superar en el diseño de controles son la agrupación, como determinar que mando controla que función, y la topografí­a, como determinar que interruptor controla que luz, por ejemplo, cuando hay varias agrupadas. Si les parece simple, piensen en cuantas veces encienden la luz equivocada o el fogón equivocado debido a estos problemas.

Encimera a gas de Smeg (PGF96)
Esta es la organización habitual de mandos dispuestos en lí­nea y quemadores en forma rectangular. Al final todos sabemos que los diagramas que representan a los fogones se acaban borrando y es necesario aprender que mando corresponde a que quemador.

Un buen uso de la topografí­a natural no necesita letreros y resuelve este problema del tirón, simplemente disponiendo los mandos del mismo modo que los quemadores:

Encimera Smeg P755AN
La organización de los mandos contiene ahora toda la información necesaria para decidir que interruptor activa que quemador.

A parte de unos electrodomésticos con buena usabilidad, en mi cocina ideal (aquí­ hay más) no podrí­an faltar estas herramientas básicas: un buen cuchillo de chef, un par de tablas de cortar en diferentes materiales (plástico para la carne y madera para los vegetales), espátulas de silicona, fiambreras de plástico (tuppers), una batidora y mucho espacio libre.

Magic Bullet (el bueno), Tea Tube (el feo), sartén japonesa de Muji (el malo)
El bueno, el feo y el malo de mi cocina. Así quedó mi sartén nueva tras estrenarla.

  1. El bueno: Hará casi 2 años que tengo ya el Magic Bullet, que por menos de 50 € hace las veces de batidora, minipimer y licuadora. Lo utilizo hasta 2 o 3 veces al día. Batidos, zumos, salsas, aliños y tortillas.
  2. El feo: El Tea Tube, un tubo de aluminio para preparar infusiones, no es precisamente feo. De hecho, me embaucó su elegancia, pero, al igual que mi segunda mujer, me saca de quicio. Tratar de limpiar las hojas del té tras su uso es desesperante. Por esta razónhay versiones posteriores del mismo tubo con compartimento extraíble.
  3. El malo: No conozco a nadie que aprecie el diseño y reniegue de Muji, la tienda japonesa de la que reniego, pero es que no puedo evitarlo desde que me gasté casi 25 € en una sartén para hacer tortillas y que tuve que tirar tras destrozarla en el primer uso. Mi tortilla se quedó pegada de tal manera que se trajo consigo de cuajo el metal de la placa.

La semana pasada, cuando vi a la grafóloga risueña en la caja del supermercado, pensé en añadir un poco de drama al temita de la firma. Tal vez una pausa justo antes del acto y, en ese momento, mirada de complicidad a la cajera sonriente y expectante. Cual fue mi chasco al descubrir que han instalado maquinitas para las tarjetas y ahora con introducir el PIN basta. Se acabaron los autógrafos.

¿Deberemos ceder nuestra superioridad a nuestras creaciones?

En la década de los 80, la de 1780, “El Turco” estaba de gira por Europa. “El Turco” no cantaba, sino que era una elaborada maravilla mecánica. Consistía en un torso de madera vestido con túnicas turcas sentado en un escritorio sobre el que había un tablero de ajedrez. Su brazo mecánico movía las piezas, y asintiendo con la cabeza declaraba el jaque. El Deep Blue de la época venció a experimentados jugadores como Benjamin Franklin y Napoleón Bonaparte, que tratando de hacer trampa en varias ocasiones, sacó de sus casillas al turco, que terminó revoleando las piezas.

Evidentemente, en esos tiempos, las máquinas todavía no vencían a los hombres al ajedrez. La maravilla mecánica era, en efecto, un fraude con mucho ingenio. El escritorio, a parte de poleas y piezas, contenía un compartimento secreto donde se escondía un maestro de ajedrez que seguía la partida a través de imanes en las piezas y que movía la mano del turco.

Grabado de El Turco
Grabado del Turco de Wolfgang von Kempelen.

Amazon se inspiró en él para un servicio web llamado Mechanical Turk (el relaxing turco mecánico) en el que se coordinan tareas que requieren inteligencia humana. Los solicitantes publican faenas tales como identificar cantantes en un CD de música, seleccionar fotografías o dibujar una oveja, por una simbólica remuneración, que miles de personas registradas pueden llevar a cabo. La premisa base de este sistema es que hay ciertas cosas que son fáciles para las personas, pero realmente difíciles para los ordenadores. Esta ventaja intelectual nos sigue aun haciendo creer que somos superiores.

No nos incomoda en absoluto que las máquinas nos superen sobradamente en tareas físicas. Es algo a lo que nos hemos acostumbrado desde hace tiempo. Nuestro orgullo humano se mantiene intacto siempre y cuando pensar sea algo exclusivamente nuestro. Pero el día que nos aventajen intelectualmente… ¿deberemos ceder nuestra superioridad a nuestras creaciones?

Para responder a esta pregunta hemos viajado al 2050, veintiún años después de que el primer ordenador superara el test de Turing. Los humanos podrán recibir actualizaciones biológicas en la forma de millones de nanobots campando por nuestro cerebro. Al igual que nuestros cuerpos, híbridos, la realidad estará aumentada. No existirá una línea clara que separe lo real de lo virtual. No nos preguntaremos si los humanos somos superiores a las máquinas, puesto que la definición de humano diferirá de la vigente medio siglo atrás.

Sin embargo, la llegada de la singularidad estará enormemente plagada de conflictos, producto de un avance tecnológico que atropellará al cambio cultural. La humanidad seguirá dividida, principalmente en dos feroces campos ideológicos, aquellos que sitúan a la figura clásica del ser humano como lo prioritario y aquellos a favor de superar las limitaciones del individuo tecnológicamente. Se sucederán oleadas de racismo exacerbando la superioridad de una emergente nueva especie humana.

No es para nada un visión apocalíptica, los conflictos van a existir siempre, y el futuro no es solo una cuestión de lo que es posible, sino de lo que es rentable. Nos volvemos al 2013, no sin antes hacernos con una botellita de nanobots que asegura el prospecto mantienen una erección el tiempo que uno desee.

The Uncanny Valley (El relaxing Valle Inquietante) es una explicación del porqué “El Turco” parece sacado del túnel del terror.

Reconstrucción reciente del Turco
Foto de una reconstrucción del Turco.

En 1978, el japonés experto en robótica Masahiro Mori, señaló un hecho interesante: las personas se sentían atraídas por los robots cuanto más se parecieran a los humanos, pero hasta cierto grado. No nos importa que un un androide se asimile un 50% a una persona. De hecho mola. Pero cuando un robot es demasiado realista, cuando alcanza un 99% de parecido humano, causa repelús y disgusto. Nos concentramos en ese 1% de diferencia. ¿La falta de respiración? ¿La sequedad en la comisura de los labios? El robot que molaba ahora parece más bien un cadáver animado. El Valle Inquietante es ese paradójico punto en el que una copia demasiado perfecta acaba aterrando. Un mago mola, pero alguien que lee tu mente no.

El valle es una curva dinámica como acentúa un hecho imprevisto ocurrido durante una prueba de un robot desarrollado en Los Álamos para uso militar. La máquina, un autómata de casi 2 metros con forma arácnida, debía recorrer un campo minado para desactivar cuantas más minas mejor. Debía hacerlo de la forma más efectiva para encontrar y desactivar minas, pisándolas. La prueba marchaba estupendamente, ya que después de cada explosión, el robot que yacía en el suelo con una pata menos, se levantaba estoicamente y proseguía la misión. Con una única pierna, temblando y avanzando de manera penosa, la máquina seguía haciendo un trabajo magnifico, pero el coronel en mando ordenó suspender la prueba. ¿Por qué? “Este test es inhumano”, respondió.

Puede que la respuesta a todo este desasosiego sean las emociones. Una vez que el pensar deje de ser una prerrogativa humana, nos especializaremos en la gestión de las emociones. Nuestro aprendizaje social y emocional será muy superior a las máquinas pensantes y nuestra hegemonía seguirá preservada. En palabras de Sidney J. Harris:

El verdadero peligro no es que los ordenadores empiecen a pensar como los hombres, sino que los hombres empiecen a pensar como los ordenadores.

Cómo funcionan las direcciones en Japón

Derek Sivers, músico profesional y uno de esos exitosos emprendedores que han hecho de la web su mejor aliado, nos explica de que manera funcionan las direcciones japonesas.

Básicamente, un japonés no piensa en nombres para las calles, sino para los bloques construidos en ellas. A nosotros nos sorprende que los bloques tengan nombres, ya que son justamente lo que se edifica a los lados de las calles. Pero en Japón son las vías las que no tienen nombres, los bloques los tienen y las calles son el espacio que queda entre los bloques, que se numeran por orden en que son edificados:

Lo mejor es que Dereck realizó un didáctico vídeo explicando como funcionan las direcciones en Japón. Este vídeo forma parte de una charla titulada Direcciones japonesas: el opuesto también es verdad [en], para una TED Conference:

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Una comida por la que morir

No se puede llamar mundo moderno a un mundo en el que más de 50 países aún mantienen y utilizan la pena de muerte. Qué los vinilos y los libros todavía resistan o que se vea alguna que otra cinta VHS tiene un pase, pero lo de la pena de muerte es de juzgado de guardia —bueno, más bien de tribunal supremo en este caso.

Japón y Estados Unidos la siguen aún contemplando y en ambos países se sigue practicando la tradición de ofrecer al condenado una comida especial, la última antes de que sea ejecutado. Una tradición que es en realidad ancestral. En culturas como las griegas, egipcias o romanas se facilitaban alimentos antes de la muerte para afrontar el largo viaje a la otra vida y los aztecas alimentaban a sus sacrificios humanos. La comida más famosa de todas es sin duda La última cena, aquella en la que Jesús sabía que moriría al día siguiente y que consistió en pan y vino en compañía de sus amigos, a.k.a. apóstoles.

David Allen Castillo fue condenado a muerte por el asesinato en 1983 de una mujer a la que apuñaló varias veces durante el robo en una licorería en Texas. Ya desde el corredor de la muerte, la petición para su última ingesta la conformaban 24 tacos, 6 enchiladas, 6 tostadas, 2 cebollas, 5 jalapeños, 2 hamburguesas de queso, un batido de chocolate, un litro de leche y un paquete de Marlboro. Al final se le quedó en 4 tacos [en], que los penitenciarios tienen sus propias reglas incluso para la última dieta.

El mismo Departamento de Justicia de Texas mantenía una web desde la que el público podía revisar las últimas dietas de cada prisionero sentenciado a muerte. En 2003, esta página web se cerró debido a diversas quejas que tachaban la información de fetichista y morbosa. Basándose probablemente en estas listas, el británico James Reynolds ha realizado una serie de fotografías documentando estas peticiones a las que ha llamado Last Suppers (Últimas cenas):








Otros trabajos interesantes de este recién graduado (al que vale mucho la pena ojearle el portfolio) :


6-Pack Typeface (La tipografía 6-pack): alfabeto y números hechos con los anillos de plástico de los packs de 6 latas.


Far Foods: un envasado alternativo para los supermercados. Muestra la distancia desde la que viajan los alimentos al estilo de las tarjetas de embarque.

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¿Con la comida no se juega?

El próximo mes de Octubre se celebra The Sydney International Food Festival, que ha conseguido gran popularidad gracias a todas esas banderas que diseñaron a base de alimentos:

Bandera de España con alimentos - Sydney Food Festival
Chorizo y paella para la bandera española

Bandera de Italia con alimentos - Sydney Food Festival
Albahaca, espaguetis y tomates para la italiana, que pinta muy saludable

Bandera de Japón con alimentos - Sydney Food Festival
La japonesa siempre encantadoramente minimalista con el sashimi de atún

Bandera de Australia con alimentos - Sydney Food Festival
Puede que esta sea la menos conseguida (por la falta de azul), a no ser que sea la naval de Australia, claro.

Me he entretenido adivinando el resto de banderas (después del salto), pero antes de jurarlas y ya que estamos en el tema, un par de imágenes más relacionadas:

Arte moderno con alimentos

Cadena de restaurantes árabes
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Las sillas más famosas en miniatura

Tengo una amiga con la que comparto un sendero muy sentido y decisivo del camino de la vida. Se llama como el amanecer, no falla. Seguro que siempre estará ahí. Mi amiga, que también se llama como una empresa alemana de recogida de basura, me regaló por mi cumpleaños una encantadora miniatura de la Pastil Chair (silla pastilla, 1967) de Eero Aarnio.

Pastil Chair de Eero Aarnio

Esta silla forma parte de la Design Interior Collection [jp], una serie de cinco colecciones de sillas en miniatura inspiradas en las sillas más famosas que se han creado. Cada miniatura es una réplica a escala 1:12 de las originales.

Red Blue Chair by Gerrit Rietveld
S Chair by Verner Panton
Fauteuil a Grand Comfort by LeCorbusier
Barcelona Chair by Ludwig Mies van der Rohe
Heart Cone Chair by Verner Panton
Bofinger-Stuhl by Helmut Batzner
Hill House 1 by Charles Rennie MacKintosh
LC4 Lounge Chair by LeCorbusier, Jeannerey, & C Perriand
Ball Chair by Eero Aarnio
Marshmallow Sofa by George Nelson
Stuhl W1 by Mart Stam
Chair by Arne Jacobsen
Ant Chair by Arne Jacobsen

Actualización: Recibo a menudo emails preguntando donde comprar estas sillas. Alba las encontró en una tienda de Gràcia en Barcelona, pero no recuerda dónde exactamente debido a los años de abuso de ciertas substancias que han hecho mella en su memoria. Sin embargo, sería raro no encontrarlas por Internet, en Amazon, por ejemplo, o en Japanese Gift Market, que aseguran las envían fuera de los USA.

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De arroz, atún y tempura

Es bastante conocida nuestra afición por los manuales de instrucciones y los infográficos animados para explicar ideas y procesos. Pues bien, al visitar la imprescindible Information Aesthetics [en], nos encontramos con un vídeo realizado con ilustraciones sencillas, encargado por el Ministerio de Agricultura, Bosques y Pesca de Japón, para concienciar a sus ciudadanos de la necesidad de un regreso a la alimentación tradicional basada en los productos autóctonos del país: arroz, pescado y vegetales, y asegurar así un mejor estado de salud ayudando a alcanzar un desarrollo sostenible.

Si buscamos un poco en el imaginario colectivo vemos que ya hace por lo menos 80 años que se utilizan la animación, los gráficos y los medios de comunicación de masas para enseñarnos las bondades de una dieta y unos hábitos saludables. Estos son algunos ejemplos:

Good eating habits. Estados Unidos, 1951

Propaganda de la revolución. Dziga Vertov, Unión soviética, 1924

Como debe comportarse un buen camarada.

A is for Atom. Estados unidos, 1952

Aunque no relacionado con la alimentación, este corto de animación nos introduce en nuestros hogares a un nuevo amigo, el átomo. De las grandezas de la energía nuclear en plena guerra fría.

Rube Goldberg, Ninjas y Chind?gu, mucho que ver

En MakeMeMinimal no soportamos las máquinas de Rube Goldberg. Cuestión de principios. Echaríamos a perder nuestra ética si fuéramos fans de estos complejos aparatos construidos para realizar tareas muy simples. Claro que son un buen reclamo publicitario y entretenimiento, puesto que fácil y aburrido duermen en la misma cama, pero ilustran perfectamente donde llegaríamos tomando una aproximación contraria al Principio KISS.

Como curiosidad aparte, las Máquinas de Rube Goldberg son conocidas en Japón como Dispositivos de Pitágoras. Se han popularizado en un programa educativo para televisión llamado Pythagora Switch [en], en el que las muestran en los cortes, aunque yo juraría que ha sido la Marcha del Algoritmo la que les ha dado la fama. A continuación dejo mi versión preferida con Ninjas:

En la Wikipedia también relacionan los Dispositivos de Pitágoras con el fenómeno Chind?gu, un arte japonés, o más bien de humor amarillo, que consiste en inventar objetos ingeniosos para la resolución de un determinado problema, con la particularidad de que sean de lo más inaplicables posible. El rango de acción va desde los completamente inútiles hasta los socialmente embarazosos. Seguro que los reconoceréis rápidamente con la siguiente imagen, que muestra la corbata-oficina y un utensilio que todas las empresas de jardinería deberían ofrecer:

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Negro

El color negro, a pesar de las connotaciones negativas que pueda tener en la cultura occidental, se considera, especialmente en moda, un color elegante, atractivo y poderoso. Para los japoneses, el negro (kuro) es además un símbolo de nobleza, antigüedad y experiencia (no es casualidad que el cinturón negro en artes marciales sea el de mayor grado).

La semana pasada, mientras esperaba mi turno en la consulta del psicólogo, llegó a mis manos una revista con un artículo sobre la tendencia del negro en Japón en productos de consumo. No es de extrañar que fuese del año pasado y, con la ayuda de Google, pude encontrar unos pocos productos que se nos antojan extraños en color negro [en].

En un blog sobre Japón [fr] encontré esta bebida de leche de soja y sésamo, una especie de Café Latte del Starbucks en negro:

Café Latte negro con leche de soja y sésamo

De todas formas, me apetece comentar estos productos:

El papel higiénico negro. Popularizado por la marca portuguesa Renova como lo más elegante y sofisticado que se puede encontrar en el baño, este “siempre limpio” papel hará las delicias de los blancos culos de los góticos. Me imagino a los sigilosos ninjas tratando de encontrar un lugar adecuado en el bosque con este papel bajo el brazo. Voy a dejarlo aquí, que el temita da juego. Tanto que Renova no ha parado y ofrece servilletas negras, rollos de cocina negros y, algo con lo que ya se sonaban los mocos los japoneses, los pañuelos de papel negros [en].

Pañuelos de papel y papel higiénico negros

Bastoncitos negros para los oídos. Aunque lo pueda parecer esto no es ninguna extravagancia, pues permiten distinguir mucho más fácil la cera de los oídos, mucho mejor que si los bastoncitos fueran de color blancos.

Bastoncillos negros para los oídos

Para acabar con el aseo personal, el kit de pasta dentífrica negra [jp] y cepillo de dientes con cerdas negras [jp] (con perdón), para pasar un rato entretenido delante del espejo. La misma marca que comercializa la pasta de dientes, también parece disponer de champú negro y otros productos en su gama Pure Black.

Pasta dentrífica negra y cepillo de dientes negro

StarFlyer Inc. [jp] Una aerolínea japonesa de bajo coste, pero de alta calidad. Los asientos son negros y el diseño de los uniformes y el avión es blanco y negro. ¿Un avión funerario?

Aerolínea japonesa negra

Sal negra [jp]. Resultado de rellenar cañas de bambú con sal para posteriormente asar el bambú sobre carbón. Aseguran que realza el sabor del pescado y las ensaladas, pero no sé hasta que punto es saludable. Ideal en Reyes para los niños que no se han portado bien, pero tampoco muy mal durante el año. Para aquellos a los que ponerle carbón sería muy exagerado, con un puñadito de sal negra basta. ¡Y cuidado con no derramarla! Mala suerte para el resto de tu vida.

Sal de color negro

Resultado de hervir huevos en las aguas de las fuentes termales del pueblo de Owakudani [en], se obtiene una reacción química que vuelve a los huevos negros. Los del departamento de marketing de Owakudani afirman que cada huevo de estos añade 7 años a tu vida. Al menos hay que tener huevos para comérselos.

Huevos negros de Owakudani

Si me he dejado alguna parida, ¡qué se abra la veda de los comentarios!

Sobre la numeración de las calles

Hace unos días regresé de Berlín con la mosca detrás de la oreja. Una tarde fui dando un paseo hacia una galería de arte de la que conocía su número y, cual fue mi sorpresa, cuando vi que se acabó la calle por el número 17 y el número que buscaba, el 84, no aparecía. Le di otra vuelta a la calle por la misma acerca sin ningún éxito. Los números iban pasando consecutivos, no como en España donde los pares se colocan a un lado de la calle y los impares al otro. El que haya estado en Berlín ya sabe lo que eso supone en cuanto a distancia y dimensiones. Después de comprobar debajo de la placa de la calle su nombre con mis anotaciones por dos veces, acabé preguntando a una señora que me señaló el número 84 más o menos enfrente del punto en que nos encontrábamos.

Y volvieron a mi cabeza historias como los diferentes sentidos de la conducción de vehículos o el distinto ancho de las vías del tren que cambian según los países.

Numeración en Praga

Después de investigar un poco, estas son algunas formas de numerar los edificios:

España

El sistema de numeración español es el más corriente en Europa. Los números pares de las viviendas a un lado de la calle y los impares al otro. La numeración comienza desde el centro del pueblo o de la ciudad. Si se trata de una ciudad costera o un pueblo pegado al mar, la numeración comienza junto a la costa. De todos modos podemos encontrar excepciones a esta norma y encontrar calles con todos los números correlativos en la misma acera.

Berlín

Aquí se utiliza un sistema de herradura. Se comienza a numerar en una acera y cuando la calle termina se cruza de acera y la numeración continúa. Por eso podemos encontrar el 236 enfrente del número 3.

Florencia

En esta ciudad italiana tienen un curioso sistema. Un domicilio particular puede estar en el 36n (nero) mientras que una tienda puede estar en el 36r (rosso) sin hallarse ubicados en el mismo edificio. Esto es así porque en una misma calle los edificios particulares siguen una numeración y los comercios y edificios públicos otra. Para complicarlo un poco más, edificios que deberían estar con numeración negra lo hacen en azul.

Argentina

Aquí utilizan un práctico sistema de numeración. El número del edificio viene dado por la distancia que lo separa del inicio de la calle. Así, el número 85 se encuentra a 85 metros del inicio de esa calle y el número 86 que está enfrente a 86 metros. De este modo si te envían al 435 ya sabes que te queda un buen tramo por recorrer. Además cada número que pasas te va informando de la distancia recorrida y la que te falta.

Japón

El más anárquico de todos los sistemas. El número del edificio responde a la fecha de su construcción. De este modo podemos encontrar en una calle que el número 1 no sea el primer edificio y el número 2 esté a 300 metros del número 1. El número 1 puede tener al lado el 125 y el número 2 el 16. En algo tenían que fallar.

A todo esto, no nos olvidemos que se puede complicar cualquier sistema de numeración añadiendo factores como la coletilla “bis” , saltos de diez o quince números -que responden a que el nuevo edificio ocupa el espacio de las diez viviendas que habían con anterioridad- o placas con la numeración catastral al lado de la normal. De este último caso trata la foto tomada en Praga donde la placa azul es el número de la calle y la placa roja el número de identificación del edificio.