Para toda la vida

Yo me acojono cuando escucho la expresión “para toda la vida“. Me trasmite una mezcla de incredulidad y respeto mayúsculo que no creo yo que casen bien. ¿Cómo voy a guardar un secreto de por vida? ¿Es el amor en una relación para toda la vida? Es esta misma aprensión la que me conserva de hacerme ningún tatuaje, pero también es verdad que cuando con 6 años me diagnosticaron superdotación intelectual, se suponía que era para toda la vida, leñes.

Por eso hay que cogerla con pinzas la expresión “para toda la vida”. En 2005, la empresa Joyent, que por aquel entonces se llamaba TextDrive, lanzó una oferta de alojamiento web de por vida al precio de 499 dólares. Un único pago y Lifetime Web Hosting, que venía a significar “para toda la vida”, de la empresa.

Entre un tatuaje de un pescado en la pantorrilla izquierda y la contratación de un hosting de por vida, acabe decidiéndome por este último. Así que Harry, Marcio y yo contratamos por aquel entonces los servicios de TextDrive.

Parecían tener unos servidores robustos, aunque descuidaron con los años la capacidad de producción y a mediados de agosto de 2012, cuando TextDrive ya había sido adquirida por Joyent, enviaron un email anunciando que el plan de alojamiento de por vida finalizaba el 31 de octubre de 2012. Así de sopetón, como si tu mujer te soltará un domingo por la mañana después de un polvo matutino que ya no está enamorada de ti.

Ese hubiera sido un buen momento para recoger los bártulos, pero pocos días más tarde Dean Allen, fundador de TextDrive, se propuso relanzar la empresa independientemente el 1 de noviembre de 2012. Lo llamó “Continuación de la vida” y se convirtió en un héroe… Hasta que empezaron a migrar servidores.

En marzo de 2013 migraron los servidores en los que estaba alojado este mediocre blog y toda la codificación de los caracteres de los artículos (el encoding en inglés) se fue a tomar por saco. Me encontré con una web que se hacía difícil de leer, ya que todas las palabras con acento y signos propios del español, como la ñ, se habían transfigurado en signos incomprensibles. Además no podía acceder a la base de datos tras la mudanza y tuve que tirar de una copia de seguridad, moverlo todo a un nuevo servidor (uso Dreamhost ahora) y tratar de solucionar el tema del encoding.

Fue doloroso, casi como un tatuaje de un pescado en la pantorrilla, pero todo parecía haberse arreglado. De pronto, alrededor de noviembre de 2013, ocurrió que cada vez que guardaba un post en el que estaba trabajando, todo el encoding se iba a tomar por saco. La primera vez me dio por corregir todos los acentos manualmente. La quinta vez también, pero supongo que a la sexta ya el asunto me irritó de tal manera que me propuse encontrar una solución. Trasteé con la base de datos y lo pasé todo a UTF-8 (supongo que una vez más) hasta que los nuevos posts ya no sufrían ningún problema, pero la codificación del resto de entradas se fue a tomar por saco, de nuevo. En la base de datos, las entradas que se leen bien son las que en el blog aparecen mal y al revés, pero en el panel de administración me aparecen vacíos. En fin…

La “Continuación de la vida” de TextDrive fue más bien un lento agonizar. Los servidores se caían y no había un servicio de soporte que pudiera responder a los problemas generados. Finalmente, todas nuestras páginas alojadas allí dejaron de estar accesibles en febrero de 2014 y, poco después, Dean Allen anunció el final de la aventura:

TextDrive R.I.P.
[…] no hemos conseguido revivir TextDrive con éxito.

Lo que comenzó a mediados de 2012 como un apasionante reto impulsado por buenas intenciones y claros medios se convirtió rápidamente en un proyecto de limpieza sin casi recursos.

Es decepcionante anunciar que […] hemos agotado las opciones para seguir con TextDrive y vamos a cesar operaciones el 14 de marzo de 2014.

[…]

Lamento haberos defraudado.

El experimento de convertir a tus clientes en pequeños inversores de capital de riesgo puede que le funcionara a la empresa para despegar, pero desde luego no acabó bien para sus clientes.

Voy a aprovechar esta desventura para anunciar también el cese de operaciones en Makememinimal, un blog que se fundó sobre los cimientos de la pasión por el buen diseño y que acabó siendo algo mucho más personal. Posiblemente, ver la web con todos esos problemas de encoding haya ayudado a tomar esta decisión, pero la verdad es que estoy considerando 2014 un año de grandes cambios y este es uno de ellos.

Espero no haberles defraudado tanto como Dean, pero esto se va a quedar así, para toda la vida.

Menú para salir de Windows: Really exit?

xema

Mediocres

Me ha llegado, a través del formulario de contacto, un mensaje anónimo:

Que pasa man, ya no publicas na ???

He pecado de abandono. Aprecio la moderación, en este caso de publicación, pero nada hay de virtud aquí si hemos llegado a uno de los extremos. Lo sé, porque lo sabe Arístoteles.

La sabiduría antigua elogiaba toda posición que no llegara al extremo. Celebraba lo proporcionado y la mesura, despreciando los excesos y la eminencia. La mediocridad estaba viviendo su época dorada. Sin embargo, el paso del tiempo la relevó al veto y la repulsa. No pudo hacer frente a la exaltación del romanticismo, la exageración del barroco, el superhombre de Nietzsche y los superheroes de Marvel. Ahora, que hemos desembocando en la era de los medios, la aspiración a lo máximo y al reconocimiento nos han inculcado que es preferible el fracaso absoluto a la mediocridad.

Con el caudal contínuo de check-ins en twitter, fotos pasadas por filtros vintage y actualizaciones de Facebook, es fácil caer en la trampa de creer que los demás tienen una vida apasionante, mientras nosotros desayunamos un tazón de cereales en calzoncillos. Se promociona una cultura social en la que prima comunicar cuan interesantes somos. El camino hacia el reconocimiento iniciado antes por los medios de comunicación y la publicidad. Lo sé, porque lo sabe Tyler:

La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seriamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock, pero no lo seremos y poco a poco nos hemos dado cuenta y estamos, muy, muy cabreados.

Yo no estoy muy, muy cabreado. Ni siquiera lo estoy un poco porque acogí la mediocridad. Reconozcamos de una vez que todos somos mediocres en casi todo y rescatemos a la medianía de la censura. Es muy difícil no serlo y sería ridículo que todos intentáramos ser estrellas del rock.

Nos bombardean continuamente con la propaganda del éxito. La publicidad y los gurús del marketing exponen que “eres el mejor del mundo (…) o eres invisible”. La sociedad nos transmite que solo quiere ganadores. Competir y ganar. De la noche al día, este no era nadie y hoy lo es todo.

Eso es falso. No existe el éxito de la noche a la mañana. Detrás de él hay habitualmente alguien obsesionado.

Claro como el vodka, si quieres llegar a ser lo más en algo, tienes que estar obsesionado. Hacerlo todo el tiempo, y cuando no lo haces, tienes que estar pensando en ello. La gente de negocios que amasa millones es porque siempre está haciendo negocios. “Lo que la gente necesitada no entiende de la gente con dinero que sigue trabajando 12 horas por día es que, justamente, no lo hace por dinero”, decía Martin Varsavsky en uno de sus posts.

La buena noticia, es que no hay que ser the best in the world. Ser el mejor implica competición, foco en el ego. Siempre se ha dicho que aprender no es lo mismo que sacar buenas notas. Cuando lo importante no es aprender y disfrutar, sino ganar, todo vale. Y cuando todo vale, la vida no se convierte en una meritocracia, sino en un concurso de popularidad, donde el más competente no es el mejor, sino el más hábil compitiendo.

La mayoría de nosotros no estamos aquí para llegar a ser algo o cambiar el mundo, a pesar de cargar con esa sensación. Estamos aquí simplemente para vivir. Es por eso que, desde este mediocre blog, reivindicamos la medianía con naturalidad. Somos mediocres. No somos los mejores, por supuesto, pero tampoco los peores y eso ya es mucho tal como esta el panorama.

Ahora me he acordado de aquella entrevista a Ioannis Ikonomou, un traductor griego que habla 32 idiomas, y de la pregunta que no publicaron:

– Y usted, hablando tantos idiomas, ¿en qué piensa?
– Pues en follar, como todo el mundo.

Somos mediocres, pero también nos gusta una buena taza de te.

Cómo quedarse dormido rápidamente

He vuelto de unas merecidas vacaciones en Coconut Turtle Islands y el jet lag me ha estado desbarajustando seriamente mi ordenada y mediocre vida. Así que he tenido que echar mano de un método para conseguir dormir cuando no podía. La llamada intención paradójica de la psicoterapia de Viktor Frankl. El truco es el siguiente:

Métete en la cama, cierra los ojos y trata por todos los medios de permanecer despierto.

Viktor Frankl, fundador de la logoterapia, observó que el acto de tratar de controlar directamente el miedo que una acción nos provoca, activa un tipo de ansiedad anticipada que en realidad tiene el efecto de reforzar ese miedo. O sea, si hablar alemán en público pensamos que nos va a crear ansiedad, empezaremos a sentirnos aterrados con el mero hecho de pensar en vernos envueltos en una conversación de Hochdeutsch.

Con el fin de identificar y eliminar estos pensamientos, el Dr. Frankl desarrolló la técnica de la intención paradójica, que consiste en intensificar deliberadamente el hábito neurótico o pensamiento, haciendo que el paciente voluntariamente intente aquello que trata de evitar ansiosamente. Una especie de táctica psicológica inversa.

El temor al insomnio produce una intención exagerada a conciliar el sueño, que a su vez, incapacita al paciente para ello. Para superar este tipo de miedo, acostumbro a pedirle al paciente que haga justamente lo contrario, es decir, permanecer despierto el mayor tiempo posible. En otras palabras, la exagerada intención por conciliar el sueño, producida por la ansiedad anticipada de no poder hacerlo, debe ser sustituida por la intención paradójica de no conciliar el sueño, a la que pronto seguirá el sueño.

Lo que antes era gratis ahora se paga: la privacidad

En el primer artículo sobre la serie “lo que antes era gratis ahora se paga”, además de hablar del agua embotellada, señalé mi convicción sobre el valor (económico) que tomará la intimidad o la privacidad en un futuro cercano. Quiero recordar que “lo que antes era gratis ahora se paga” no es una medida para solucionar una crisis, sino una tertulia sobre cosas que siempre hemos conseguido gratis o casi sin esfuerzo y que luego, con el paso del tiempo, pagamos bastante por ellas.

En prácticamente todas las constituciones modernas, se acostumbra a reconocer el “derecho a la intimidad”, a garantizar “el secreto de las comunicaciones”, la “inviolabilidad de la vivienda”, etc. Sin embargo, el derecho a la intimidad es algo relativamente moderno. Puesto que no había necesidad de privacidad en el pasado, tampoco se exigía ese privilegio. Probablemente no hacía falta porque el progreso aún no permitía la disolución de la intimidad, pero actualmente, desde la informática a la genética, los avances científicos y tecnológicos que fomentan el progreso no hacen más que generar nuevos peligros para la intimidad.

En 1890, con la prensa y la fotografía despuntando en los media, Samuel Warren y Lous Brandeis parieron The Right to Privacy (El derecho a la intimidad [pdf]), alertados por el nuevo cauce de acontecimientos que traía consigo la comunicación:

“La prensa está traspasando, en todos los ámbitos, los límites de la propiedad y de la decencia. El chismorreo ha dejado de ser ocupación de gente ociosa y depravada para convertirse en una mercancía.”

En la soledad de nuestra habitación somos más conscientes de nuestra privacidad, pero correr la cortina de una ventana que da a la calle no nos salva de ser continuamente grabados y rastreados. Cientos de cámaras situadas en vías, transporte público, tiendas, cajeros automáticos y teléfonos móviles de personas que están a nuestro alrededor registran nuestros movimientos, voz y posición ininterrumpidamente.

Sin embargo, toda esta intrusión en nuestra intimidad no es nada comparable a aquella a la que el mundo online nos somete. Con todos los dispositivos que permiten conectarnos a Internet, cada vez que contactamos con un servidor, se están identificando y almacenando nuestras acciones, localización y variados datos personales (nombre, fecha de nacimiento, números de teléfono, dirección postal, tarjetas de crédito, etc).

No es que en el pasado no se pudieran dejar trazas de nuestra actividad, la gran diferencia es que ahora no nos damos cuenta de las innumerables huellas que vamos dejando atrás. Contemplemos un fragmento del escenario “24 horas sin intimidad” [en], en el que un joven comienza el día revisando su correo electrónico desde tu teléfono móvil:

Otro aviso de su banco, un email reenviado de un amigo, cinco nuevos mensajes de sus compañeros de trabajo y un mensaje íntimo de una chica que conoció la semana pasada en una fiesta. Evita una sonrisa de satisfacción porque sabe que ella está jugando con él.

Sin él saberlo, cuatro copias de su correo electrónico privado se almacenan en diferentes lugares de todo el mundo. La primera queda almacenada en su teléfono, una segunda copia permanece en los servidores de un gigantesco buscador de Internet, la tercera la acopia una empresa de electrónica de consumo que se encarga de reenviarle el correo y, la cuarta copia de sus emails, está en los servidores de la red social masiva desde donde se originó el mensaje de la chica. Cada una de estas copias se duplican a través de los servidores en pro de la seguridad que ofrece la redundancia. Cuatro empresas independientes, dirigidas por personas que nunca conocerá, almacenan sus mensajes más íntimos. Una quinta firma, formada por un conglomerado de telecomunicaciones, registra todo el proceso y lo asocia a su cuenta.

Todo esto sucede dentro de un servicio, el correo electrónico, que todo el mundo interpreta como algo extremadamente privado (razón por la que Google la lió parda al abrir un servicio público como Buzz dentro de Gmail). Podemos pensar, sin embargo, que no es tan grave. Al fin y al cabo, ¿a quién le interesa esa información, mi aburrida vida y los mensajes calentorros? Pues bueno, no tiene ningún valor hasta que alguien quiere algo de ti. Ya sea alguién con intención de robarte, de venderte algo o de controlarte.


El derecho a la intimidad pasa a segundo plano con la justificación de la seguridad, por Clay Bennett

En este sentido, las aseguradoras van a jugar un papel muy relevante en el futuro. Un sector deseoso de saberlo todo sobre nosotros y convertir nuestra vida privada en producto. Tal como predice Jacques Attali en “Una breve historia del futuro”, las empresas de seguros van a tener cada vez más importancia, ya que el ciudadano decidirá asegurarse de todo para poder acceder a servicios que no podría pagarse. En este punto, las agencias de seguros exigirán tener más control sobre sus clientes:

La gente será consciente que para cumplir las condiciones de sus contratos de seguro (seguro de todo), deberá escanearse. Por ejemplo, el seguro de salud requerirá hacer un esfuerzo por mantenerse en forma. Asegurarse de empleo (por si dejas de tenerlo) exigirá que hagas esfuerzos para mantenerte al día (empleabilidad). Entonces, los aparatos o métodos que te permitirán ver si estás o no en las condiciones exigidas por los contratos serán los “objetos de vigilancia”.

Tal vez debamos empezar a acostumbrarnos a que privacidad sea tener el control sobre como la información fluye. A comprender el entorno social para comportarnos adecuadamente. Simplemente porque un servicio sea gratis en internet, no significa que no hagas un sacrificio cuando lo uses. Aunque puede parecer una bendición que “internet no olvide”, es también una maldición, razón por la cual están floreciendo empresas como ReputationDefender.

En el preciso momento en el que todos seamos localizables y nuestros datos personales queden expuestos a merced de cualquiera, empezaremos a pagar por algo que siempre hemos tenido gratis. Pagaremos por estar desconectados, por estar en un lugar donde no se nos pueda localizar, por salvaguardar nuestra intimidad. ¿No lo estamos haciendo ya?

Estoy en eRepublik

No recuerdo con viveza lo que he estado haciendo los últimos días. Si me preguntan diré que estuve sentado en frente del ordenador. Trabajando diré, pero en nada que fuera a quedar escrito en mi memoria a largo plazo. No vendrán a mí recuerdos, mientras escribo una URL, de aquel día de primavera que me pasé la mañana leyendo en un blog las peripecias de un médico de urgencias.

Sin embargo, fue hace años ya y no olvido ningún cálido detalle de las tardes que pasaba horas y horas leyendo la epopeya de “El Médico” en una butaca de casa. Por soso que sea, no hay sustituto para lo real. Así que durante este mes de ausencia en este mediocre rincón, fui en busca de aquellas aventuras que tanto me había privado la banda ancha.

Desgraciadamente, no las encontré. Harry probablemente sí, que está en estos momentos dando la vuelta al mundo (en algo menos de 4 meses). El Gurú está ocupadísimo formándose y, un servidor, a pesar de buscar una buena excusa, resulta que está condenadamente enganchado a eRepublik.

Ese estado se alcanza después de una fase de euforia en la que crees que estarás el resto de tu vida haciendo lo mismo, pero que después se transforma en una condena de la que no hay escapatoria. Si además estás casado, no es la primera vez que te pasa.

¿Qué es eRepublik?

Una despiadada página web donde consumir media vida intentando satisfacer nuestros deseos de ser importantes, a modo de simulador online del MundoReal™. Al principio puede parecer algo estática, pero poco a poco (conforme tu personaje adquiera experiencia) se abrirá un mundo de interacción social sin límites, en el que involucrarse social, política o militarmente.

Si aún no conoces el juego y quieres arriesgarte a probarlo, no se te ocurra entrar sin pedirme una invitación, pero me tenéis que prometer llegar a nivel 6 (que hay sorpresa para entonces ;). Os garantizo mi apoyo desde la Universidad de la Mediocridad. Tengo planes de futuro y os necesito!

La crisis. Problema y solución (y II): la solución es menos

Previously on MakeMeMinimal…

No hay duda entonces de que esta manera de crecer no está hecha para durar. Además, esta brutal demanda de recursos y energía para sostener un mercado cuesta demasiado dinero, con lo que el sistema financiero exige invertir en dinero en vez de en producto y… se acabó el crecimiento. La curva empieza a torcerse y se tejen ideas para cambiar su rumbo y seguir por donde lo dejamos, pero la realidad actual es que hemos alcanzado los límites del crecimiento tal como lo entendemos hoy en día.

No estamos pasando un bache en el que la solución sea inyectar una cierta cantidad de dinero sacado de vete tú a saber donde para que los niveles de consumo sigan creciendo. Si el mundo entero avanza de la misma manera que han hecho los países desarrollados… ¡no va a quedar mundo! No creo que la solución global sea dar el relevo a fuentes de energía renovables y productos verdes o generar más puestos de trabajo. ¡No creo que sea eliminar o reducir el IVA para tener más recursos, gastar más y aumentar el consumo!

¿Por qué las fuentes de energía alternativas no son la solución a largo plazo?

Imaginemos que podemos abastecer de energía solar a toda la Tierra. Volviendo al vídeo de Bartlett, vemos que el Sol irradia 7000 veces la energía necesaria para el total abastecimiento, que parece más que suficiente aunque la demanda energética mundial creció un 4,3%. Si nos fijamos bien, tal crecimiento supone doblar la demanda cada 16 años (70 / 4,3). Si nos doblamos 13 veces (213 = 8192), en donde teníamos la unidad tendremos más de 7000, por lo que en 208 años (13 veces 16 años) seríamos capaces de acabar con la energía proporcionada por el Sol. Esto sin contar con que los materiales empleados en la fabricación de paneles solares no se agotaran antes.

La solución es menos gasto energético.

¿Por qué los productos “verdes” no son la solución?

Maquinillas de afeitar desechables, teléfonos móviles que se renuevan más rápido que la ropa de temporada, exceso de coches particulares… Hemos creado adicción por lo barato, motivados por empresas cuyo único propósito es vender y conducir implacablemente a la gente a un consumismo sin fin. Ahora quieren hacer nuestros consumibles más amigables con el entorno.

Probablemente los productos ecológicos sean más respetuosos con el medioambiente, pero la cuestión no es el tipo de productos que usamos. La cuestión no es qué consumimos, ¡sino cuanto!

La solución es consumir menos.

¿Más trabajo?

Cuanto más trabajamos, más conducimos y más energía gastamos. Trabajar menos puede sonar algo radical hoy en día, pero no lo ha sido siempre. Los americanos trabajan 100 horas más al año que en 1976 [en]. Evidentemente todas estas horas han ayudado a doblar la productividad del trabajador americano en la pasada mitad de siglo, pero esto también ha incrementado los niveles de consumo energético y emisión de residuos. Si todo el mundo adoptara este modelo, la temperatura global aumentaría 4,5 grados en 2050.

No es verdad que una jornada laboral de 4 días a la semana disminuya un 20% la economía. Sin embargo, puede hacer que aumente la productividad por hora. Noruega genera más Producto Interior Bruto por hora trabajada que Estados Unidos, y los noruegos trabajan un 20% menos de horas al año que los americanos. Largas jornadas laborales incrementan la productividad sólo a corto plazo.

La solución es trabajar menos.

En definitiva, hemos estado consumiendo implacable y despiadadamente sin tener en cuenta las consecuencias sociales, medioambientales y humanas, para nosotros y los otros. No es tarde para encontrar una solución a largo plazo, pero tenemos que darnos cuenta de que no estamos pasando por una recesión, de que esta crisis es un cambio global de mentalidad.

Debemos crecer en calidad, no en cantidad. Los niveles de riqueza no se medirán por quién tiene más, sino por quien está más sano o más feliz. Aunque eso supone también que necesitamos productos de más calidad y duración, que reduzcan el consumomenos que hagan más. Mejores diseños.

El mañana no será como el ayer. Es hora de rediseñar el mundo.

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La crisis. Problema y solución (I): el problema es más

La función exponencial se utiliza para describir cualquier cosa que está en continuo crecimiento. Por ejemplo, el número de células de un feto mientras se desarrolla en el útero materno, o doblar reiteradamente un papel por la mitad, donde el grosor del papel crece exponencialmente.

Cómo la leyenda del ajedrez y los granos de trigo está ya muy vista, comentaré la historia del hombre que trabaja por un céntimo al día durante un mes, pero dobla su sueldo cada día. El último día del mes estaríamos ganando más de 10 millones de euros al día. Yo me conformaría con trabajar únicamente en Febrero (3 días más corto), pero solamente estaría ganando 2,6 millones de euros, en vez de los 21 millones de Mayo. Cómo bien dice Negroponte, la parte que la gran mayoría de la gente recuerda es la de los 10 millones al día. Sin embargo:

Cuando el efecto es exponencial, esos 3 días cuentan mucho.

Aquí es cuando entra en juego una popular presentación sobre aritmética, población y energía que Harry me pasó hace un tiempo, donde el doctor en física Albert Bartlett afirma contundentemente que el mayor defecto de la raza humana es nuestra falta de habilidad para comprender la función exponencial. Pero es que en verdad, los medios no nos lo ponen fácil. Las noticias están llenas de porcentajes de crecimiento, que no son fáciles de entender:

Las exportaciones hortofrutícolas se estancan y las importaciones crecen al 20%“. Se están utilizando cantidades de crecimiento en un tiempo constante (anualmente) que son más difíciles de interpretar que si las expresáramos en tiempo para doblarse. Veamos como Barltlett nos explica como realizar esta traducción:

Si una tasa de crecimiento anual es del 20%, supone un tiempo concreto (un año) para crecer un 20%. Eso supone que necesitaremos un tiempo mayor para crecer el 100%, que es justamente el tiempo para doblarse. El tiempo necesario para doblarse se obtienen de la siguiente manera (¡atención expresión matemática!):

Tdoblarse = 70 / % de crecimiento

Así un crecimiento del 20% requiere un tiempo necesario para doblarse de 3,5 años (70 / 20). ¡Es más fácil entender un crecimiento en tiempo para doblarse que en porcentaje de crecimiento!

Si nos propusiéramos escribir diariamente en nuestro blog, pero doblando el número de posts cada día (el segundo día 2 posts, el tercer día 4 posts, el cuarto escribiríamos 8 posts y así sucesivamente), a los 24 días tendríamos que escribir más posts que todas las entradas de la Wikipedia en todos los idiomas (10 millones).

Si nos fijamos, el crecimiento exponencial supone además que cada día en el que doblamos nuestro ritmo de publicación, estamos escribiendo más posts que todos los que había en el archivo del blog. La producción al doblarse es mayor que todas las producciones anteriores juntas.

Por esta razón, un crecimiento exponencial no es sostenible. Es imposible satisfacer la demanda final (¡escribir 10 millones de posts!). Veamos entonces que ocurre cuando el crecimiento continuo de los países desarrollados demanda los mismos niveles de energía, más concretamente de petróleo, cuya demanda actual es del 2,7% anual de crecimiento. Este ritmo de crecimiento hace que la demanda de crudo se duplique en 26 años (Tdoblarse = 70 / 2,7). En ese tiempo quemaremos más petróleo que lo que nunca se ha quemado en toda la historia de la humanidad y estamos hablando de una fuente de energía no renovable y finita. Las reservas de crudo pueden agotarse en 40 años si somos optimistas, y semejantes cálculos pueden aplicarse para el gas natural, el carbón y el uranio.

Aunque en verdad, este crecimiento exponencial no toma la forma de la función exponencial, donde un día pasamos de tener todo el petróleo del mundo a pasar a “no tener ni gota”. Este modelo en ocasiones es una función logística (como en el desarrollo de un embrión, donde el número de células acaba estabilizándose para formar al adulto) o toma, como en este caso, la forma de una función gaussiana, con esa característica apariencia de campana:

Curva con forma de campana de Gauss

Pues bien, actualmente nos encontramos cayendo por la bajada estrella de la montaña rusa de la demanda energética. Nos encontramos cayendo por la pista roja de la estación mundial de la economía. Nos encontramos inmersos en una crisis a nivel global.

Hasta aquí no he dicho nada nuevo, pero esta crisis no es una mera recesión como puede interesar hacernos creer. Esto es un cambio global y el mañana no será como el ayer.

Continuará en… La crisis. Problema y solución (y II): la solución es menos. (practicando con el efecto Zeigarnik)

Estadísticas de octubre de 2008

Una de las medidas que en su momento adoptamos para sacar a este weblog de la mediocridad, fue la de publicar las estadísticas. Sin un atisbo de vergüenza mostramos hace un año como se las hacía numéricamente este sitio. Un año después, actualizamos esta información:

Afortunadamente, podemos decir que hemos avanzado en nuestra labor comunicativa. Desde el ciclo de vida de las camisetas, los que realmente han ayudado en ésto han sido los Microsiervos, auténticos líderes y fuente constante de inspiración. La gráfica muestra claramente lo que es una discreta línea de audiencia, hasta que los Reyes Midas te señalan con el dedo. A continuación otros datos y rankings:

  • Ranking en Technorati: 62.213 (Authority: 86)
  • PageRank en Google: 3
  • Ranking en Alexa: 247.102
  • Nº de entradas publicadas: 10 (una entrada cada 4 días)
  • Nº de comentarios de los lectores: más de 400 (totales)
  • Suscriptores de los Feeds en Bloglines: 28
  • Entrada más leída: Receta gráfica de suquet de peix (10.152 visualizaciones únicas)
  • Ranking de blogs españoles de Alianzo: 2278, blogs en español
  • Top Bitácoras.com: 927, blogs hispanos

Volveremos con la misma canción en un año. ¿Se lo van a perder?

El Gurú

Diseño catalán de calidad

Hay dos productos hechos íntegramente en Catalunya que creo que se merecen una mención en este blog. Uno es el coche deportivo Tramontana y el otro la bicicleta plegable Morabike.

Coche deportivo Tramontana

El Tramontana es un vehículo deportivo de lujo (su precio puede llegar al millón de euros) que ha sido conceptualizado íntegramente en un pueblo de la Costa Brava catalana, Palau de Santa Eulália. Todo se hace a gusto del cliente: las dimensiones del puesto del conductor, los materiales, el color, la piel de la tapicería y el equipamiento. De ahí que sólo se produzcan unas doce unidades al año.

Una joya de la tecnología derivada de la F-1 dotado de un chasis monocasco de fibra de carbono y un motor con 750 CV. Acelera de 0 a 100 Km/h en 3.7 segundos, llegando a alcanzar una velocidad máxima de 355 Km/h

Más información sobre el coche deportivo

Bicicleta plegable Morabike

La bicicleta Morabike está diseñada, fabricada y distribuida en Barcelona siempre siguiendo criterios ecológicos y de movilidad urbana. El resultado ha sido una bicicleta plegable que queda reducida a un pequeño bulto en menos de 10 segundos y con una mano; robusta, estable y pesa menos de 11 Kg; de alta seguridad y bajo mantenimiento, gracias a su cuadro sin bisagras y sus componentes de alta calidad y fabricada de forma local con nutrientes técnicos y pensada para que sea respetuosa con el medio ambiente.

Otras características importantes son: estar hecha de acero inoxidable en un 90%, el cual está totalmente limpio de aditivos o pinturas para su posterior reciclaje. Los centros de producción no están más lejos que 40 Km entre ellos y el acero proviene de la Península, reduciendo así las emisiones de CO2.

La combinación buscada es: calidad, precio y medio ambiente.

Más información sobre la bicicleta plegable Morabike.

Interfaces digitales para leer revistas impresas

Hubo un tiempo en mi mediocre vida en el que compraba revistas compulsivamente. Cada vez que iba al quiosco, el señor Montel se ponía a tocar las palmas. Me entusiasmaba revisar filas enteras de portadas de revistas de todo tipo. Era como entrar en el supermercado, se olvidaban todos los problemas y preocupaciones. Luego llegaba a casa con una pila de publicaciones, algún que otro cartón que sobresalía y mucho plástico.

Pasada la novedad, me quedaban a final de mes unas pocas revistas sin leer. El “marcar todos como leídos” de la época consistía en amontonar las revistas en algún armario. Todo vicio se agrava si se acompaña de coleccionismo. Todavía tengo revistas sin estrenar. Sobretodo las de National Geographic.

Esta es la razón por la que siempre han captado mi atención los intentos de adaptar las revistas de papel a una interfaz digital. La tecnología más empleada es Flash, con la intención de reproducir el comportamiento de una publicación impresa tradicional (hasta imitan el sonido de pasar las páginas), a la que se puede añadir algunas ventajas de la interacción online. Dos ejemplos:

Ejemplo de revista en Flash de Pageganster.com Ejemplo de revista Flash de e-pages.com

Recientemente descubrí en el imprescindible blog de Javier Cañada, la aplicación de la interfaz de Google Maps para leer una revista:

Google Maps para leer una revista

La conclusión a la que llego es que, a pesar de los intentos, las revistas (y los libros, por extensión) no acabarán siendo sustituidas por este otro modelo de lectura. Incluso cuando leer en papel deje de ser un 20% más eficaz, debido posiblemente al uso de pantallas con una resolución de 300 puntos por pulgada (en una pulgada de una hoja impresa se utilizan más de 300 puntos). Llegado ese momento, el ojo humano no distinguirá entre leer en papel y leer en pantalla.

Sin embargo, ese cambio no será suficiente para abandonar el formato de revista impresa:

  • Las revistas se pueden leer con una mano (con la ventaja que supone una mano libre);
  • Se pueden leer en la playa, aunque se llenen de arena;
  • Información e interfaz, todo en uno;
  • Un artículo impreso sugiere credibilidad y garantía de calidad;
  • Las revistas se pueden pasar una vez leídas;
  • Pueden leerse en la peluquería, mientras esperas o te cortan el pelo;
  • También se pueden leer en el cuarto de baño (combinar con el primer punto);
  • Sirven para envolver las sobras del melón.

El papel es más gratificante, menos exigente. Aunque supongo que cuando se extiendan en el mercado las tremendas posibilidades del papel electrónico, las cosas cambiarán. Podremos envolver las sobras del melón en papel electrónico y las revistas se convertirán en algo exclusivo y nostálgico.

Actualización: Álvaro comenta el descubrimiento de Issuu. He querido incluirlo en el artículo porque me parece un ejemplo más completo que los dos iniciales.