La crisis. Problema y solución (y II): la solución es menos

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No hay duda entonces de que esta manera de crecer no está hecha para durar. Además, esta brutal demanda de recursos y energía para sostener un mercado cuesta demasiado dinero, con lo que el sistema financiero exige invertir en dinero en vez de en producto y… se acabó el crecimiento. La curva empieza a torcerse y se tejen ideas para cambiar su rumbo y seguir por donde lo dejamos, pero la realidad actual es que hemos alcanzado los límites del crecimiento tal como lo entendemos hoy en día.

No estamos pasando un bache en el que la solución sea inyectar una cierta cantidad de dinero sacado de vete tú a saber donde para que los niveles de consumo sigan creciendo. Si el mundo entero avanza de la misma manera que han hecho los países desarrollados… ¡no va a quedar mundo! No creo que la solución global sea dar el relevo a fuentes de energía renovables y productos verdes o generar más puestos de trabajo. ¡No creo que sea eliminar o reducir el IVA para tener más recursos, gastar más y aumentar el consumo!

¿Por qué las fuentes de energía alternativas no son la solución a largo plazo?

Imaginemos que podemos abastecer de energía solar a toda la Tierra. Volviendo al vídeo de Bartlett, vemos que el Sol irradia 7000 veces la energía necesaria para el total abastecimiento, que parece más que suficiente aunque la demanda energética mundial creció un 4,3%. Si nos fijamos bien, tal crecimiento supone doblar la demanda cada 16 años (70 / 4,3). Si nos doblamos 13 veces (213 = 8192), en donde teníamos la unidad tendremos más de 7000, por lo que en 208 años (13 veces 16 años) seríamos capaces de acabar con la energía proporcionada por el Sol. Esto sin contar con que los materiales empleados en la fabricación de paneles solares no se agotaran antes.

La solución es menos gasto energético.

¿Por qué los productos “verdes” no son la solución?

Maquinillas de afeitar desechables, teléfonos móviles que se renuevan más rápido que la ropa de temporada, exceso de coches particulares… Hemos creado adicción por lo barato, motivados por empresas cuyo único propósito es vender y conducir implacablemente a la gente a un consumismo sin fin. Ahora quieren hacer nuestros consumibles más amigables con el entorno.

Probablemente los productos ecológicos sean más respetuosos con el medioambiente, pero la cuestión no es el tipo de productos que usamos. La cuestión no es qué consumimos, ¡sino cuanto!

La solución es consumir menos.

¿Más trabajo?

Cuanto más trabajamos, más conducimos y más energía gastamos. Trabajar menos puede sonar algo radical hoy en día, pero no lo ha sido siempre. Los americanos trabajan 100 horas más al año que en 1976 [en]. Evidentemente todas estas horas han ayudado a doblar la productividad del trabajador americano en la pasada mitad de siglo, pero esto también ha incrementado los niveles de consumo energético y emisión de residuos. Si todo el mundo adoptara este modelo, la temperatura global aumentaría 4,5 grados en 2050.

No es verdad que una jornada laboral de 4 días a la semana disminuya un 20% la economía. Sin embargo, puede hacer que aumente la productividad por hora. Noruega genera más Producto Interior Bruto por hora trabajada que Estados Unidos, y los noruegos trabajan un 20% menos de horas al año que los americanos. Largas jornadas laborales incrementan la productividad sólo a corto plazo.

La solución es trabajar menos.

En definitiva, hemos estado consumiendo implacable y despiadadamente sin tener en cuenta las consecuencias sociales, medioambientales y humanas, para nosotros y los otros. No es tarde para encontrar una solución a largo plazo, pero tenemos que darnos cuenta de que no estamos pasando por una recesión, de que esta crisis es un cambio global de mentalidad.

Debemos crecer en calidad, no en cantidad. Los niveles de riqueza no se medirán por quién tiene más, sino por quien está más sano o más feliz. Aunque eso supone también que necesitamos productos de más calidad y duración, que reduzcan el consumomenos que hagan más. Mejores diseños.

El mañana no será como el ayer. Es hora de rediseñar el mundo.

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