Interfaces digitales para leer revistas impresas

Hubo un tiempo en mi mediocre vida en el que compraba revistas compulsivamente. Cada vez que iba al quiosco, el señor Montel se ponía a tocar las palmas. Me entusiasmaba revisar filas enteras de portadas de revistas de todo tipo. Era como entrar en el supermercado, se olvidaban todos los problemas y preocupaciones. Luego llegaba a casa con una pila de publicaciones, algún que otro cartón que sobresalía y mucho plástico.

Pasada la novedad, me quedaban a final de mes unas pocas revistas sin leer. El “marcar todos como leídos” de la época consistía en amontonar las revistas en algún armario. Todo vicio se agrava si se acompaña de coleccionismo. Todavía tengo revistas sin estrenar. Sobretodo las de National Geographic.

Esta es la razón por la que siempre han captado mi atención los intentos de adaptar las revistas de papel a una interfaz digital. La tecnología más empleada es Flash, con la intención de reproducir el comportamiento de una publicación impresa tradicional (hasta imitan el sonido de pasar las páginas), a la que se puede añadir algunas ventajas de la interacción online. Dos ejemplos:

Ejemplo de revista en Flash de Pageganster.com Ejemplo de revista Flash de e-pages.com

Recientemente descubrí en el imprescindible blog de Javier Cañada, la aplicación de la interfaz de Google Maps para leer una revista:

Google Maps para leer una revista

La conclusión a la que llego es que, a pesar de los intentos, las revistas (y los libros, por extensión) no acabarán siendo sustituidas por este otro modelo de lectura. Incluso cuando leer en papel deje de ser un 20% más eficaz, debido posiblemente al uso de pantallas con una resolución de 300 puntos por pulgada (en una pulgada de una hoja impresa se utilizan más de 300 puntos). Llegado ese momento, el ojo humano no distinguirá entre leer en papel y leer en pantalla.

Sin embargo, ese cambio no será suficiente para abandonar el formato de revista impresa:

  • Las revistas se pueden leer con una mano (con la ventaja que supone una mano libre);
  • Se pueden leer en la playa, aunque se llenen de arena;
  • Información e interfaz, todo en uno;
  • Un artículo impreso sugiere credibilidad y garantía de calidad;
  • Las revistas se pueden pasar una vez leídas;
  • Pueden leerse en la peluquería, mientras esperas o te cortan el pelo;
  • También se pueden leer en el cuarto de baño (combinar con el primer punto);
  • Sirven para envolver las sobras del melón.

El papel es más gratificante, menos exigente. Aunque supongo que cuando se extiendan en el mercado las tremendas posibilidades del papel electrónico, las cosas cambiarán. Podremos envolver las sobras del melón en papel electrónico y las revistas se convertirán en algo exclusivo y nostálgico.

Actualización: Álvaro comenta el descubrimiento de Issuu. He querido incluirlo en el artículo porque me parece un ejemplo más completo que los dos iniciales.