Papel (electrónico) mojado

Hace treinta años el gran enemigo del capitalismo eran los comunistas. Ahora son los intangibles.

Así de claro lo deja el siempre genial Hernán Casciari aludiendo a la música o el cine y prediciendo un posible mismo futuro para los libros:

El hábito digital hace que cada vez nos resulte más complicado leer a la antigua usanza. Sobre todo, cuando el material de lectura tiene ramificaciones. Nos hemos acostumbrado al salto, al hipertexto, al procrastineo, a manejar tres o cinco ideas al mismo tiempo. Regresar al libro plano, unidireccional, es como volver a encender el fuego con una piedra y un palito.

Al final, el artículo de Casciari no es más que un elogio al placer de leer un libro. El leer en silencio, el pasar las hojas, el perderse en una librería… Yo comparto parte de ese compromiso con el papel, pero me parece ingenuo cuando alguien dice que puede bajar música y películas de Internet, pero que los libros son otra cosa. Lo mismo dirían de los vinilos sus coleccionistas y míralos, dando sus últimos coletazos.

Llevo esperando más de 5 años la aparición de la tinta electrónica, esa que hace que el ojo humano no distinga entre leer en papel y leer en pantalla, y parece que los dispositivos que la soportan están empezando a dar mucho que hablar. Una vez leí que tu casa está donde están tus libros, pero amante como soy de tener menos, para disfrutar más, y de salir por patas con la casa a cuestas en cualquier momento, estoy loco por conseguir uno de éstos. ¿Cuál sería el más aconsejable? ¿El Papyre, el Kindle, el Sony© Reader o el iLiad? Este último, a pesar de ser el más caro (ronda los 650 €), me puso palote con el siguiente vídeo:

Ni el cine mató al teatro, ni la fotografía a la pintura, ni el Kindle será homicida de los libros, pero su uso habitual cambiará. Seguro que estamos en uno de los momentos de la humanidad donde hay más gente leyendo y, aunque la sensación de leer un libro en papel no se compare con la de leer en pantalla o papel electrónico, diariamente me relaciono con mis amigos por mensajería instantánea y/o correo electrónico, pero evidentemente no se puede comparar con el estar una velada juntos, contarnos las batallitas y tomarnos unas bebidas isotónicas. No por ello el Messenger mató las charlas en las casapuertas…

De todos modos, por mucho placer que de el mojarse el dedo y pasar la página, El Manuscrito Carmesí de Antonio Gala es infumable y predecir la muerte del papel se me antoja facilón. Así que prefiero anteceder la muerte del papel higiénico. ¡Por un papel electrónico higiénico!

El modelo mental

Ya hemos hablado anteriormente de la affordance o la consistencia como conceptos clave en el diseño y la usabilidad. Hoy es el turno del modelo mental.

Un modelo mental es un concepto prestado de la psicología para sacar a la luz un mecanismo que la mente usa para explicar como funciona el mundo real. El concepto es muy simple: las personas nos hacemos una idea de como funcionan las cosas, nos montamos nuestra propia película y creamos nuestros propios modelos a pequeña escala de los objetos con los que interactuamos. Ésta última idea la popularizó Donald Norman en su conocido libro “Psicología de los objetos cotidianos”, del que ya algo hemos hablado por aquí. A pesar de que sigo creyendo que todo esto no es más que una reinterpretación de las ideas de Platón, la noción de modelo mental como una serie de creencias sobre como funciona un sistema es algo que repercute mucho en la usabilidad de éste, puesto que las personas interactuamos con estos sistemas basándonos en nuestras creencias sobre los mismos.

Modelo mental de una tostadora
Modelo mental de una tostadora

Ahora cobran más sentido frases del Gurú como “Para el usuario, la interfaz es el sistema” o
El primer nivel del usuario no es el primer nivel del sistema.

Lo interesante es que los modelos mentales sirven para predecir el futuro. Ríanse de las bolas de cristal y de las ecuaciones diferenciales. Si nuestro actual modelo mental es adecuado, seguramente podremos predecir como se comportará un sistema cuando interactuemos con él. Si a alguien que sabe como usar una máquina de escribir, pero nunca ha trabajado con un ordenador, lo plantamos delante de una pantalla con el Word™ y un teclado, algo productivo hará. A lo mejor se hace un lío con el salto de línea, pero al menos una frase llegará a escribir casi instintivamente.

La relación está clara. Si conocemos el modelo mental actual de las personas que usarán un determinado objeto, podremos hacerlo más fácil de usar. Sin embargo, esto ya se antoja más complicadillo, puesto que las propiedades de un modelo mental se las traen (imaginad los modelos mentales que tienen de un avión un piloto y un pasajero):

  • Incompleto
  • Inestable
  • Incluye supersticiones
  • Incluye creencias erróneas
  • Contradictorio
  • Variable en el tiempo

El trabajo de los diseñadores consistirá en ayudar a los usuarios a formar un acertado y útil modelo mental del sistema. Las metáforas pueden ayudar en esta labor, así como la consistencia y las convenciones de diseño. Éstas últimas son esenciales de una página web a otra (formularios, enlaces, botones, etc.), porque ayudan a acumular un modelo mental genérico de como deben funcionar las páginas web, en base a las experiencias en las otras páginas.

La meta es alcanzar un modelo mental cada vez más amplio, más completo, más exacto… Justamente lo que hizo Neo en Matrix (aunque eso se llama modelo conceptual y es una historia que debe ser contada en otra ocasión).

Grandes momentos de la usabilidad: Olimpiadas

Tardé más de quince minutos en comprender el sistema de votación, que consistía en tener un mando del tipo de los de televisión, presionar el número al que se quería votar y luego confirmarlo con una segunda tecla.

Lambis Nikolaou. Comisario del COI y miembro del comité seleccionador de la sede de los juegos olímpicos de 2012

El comisario no acertó a la hora de marcar su voto, que terminó siendo para la candidatura de París, cuando era Madrid la que él deseaba votar. Si hubiera votado correctamente, Madrid habría organizado los juegos de 2012 y no Londres.

Más información sobre el error de la votación.

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Grandes momentos de la usabilidad: la Bolsa

Un caso más para nuestra serie de deficiencias de diseño que han provocado serios incidentes o perjuicios:

Me equivoqué en el orden de de la transacción y el sistema no me dio opción de corregirlo. Llamé a mi supervisor pero la orden ya no se podía cancelar.

Broker de la compañía de venta de valores Mizuho Securities

El empleado activó una orden de venta de 610.000 acciones de J-Com por ¥1 (yen) cada una, en lugar de poner a la venta 1 acción por ¥610.000. Esto supuso unas pérdidas para la empresa de 27.000 millones de dólares y un desplome del índice Nikkei del 15 %.

Más información sobre este error [en].

Grandes momentos de la usabilidad: Fórmula 1

Iniciamos una serie de posts que tratarán sobre fallos de diseño o de funcionalidad que han provocado serios incidentes o perjuicios.

Mi dedo resbaló de forma accidental y presioné el botón que se utiliza para reiniciar el coche. El coche quedó en punto muerto y tuve que reiniciar el sistema, el cual contiene el programa que controla la caja de cambios

Lewis Hamilton. Subcampeón del mundo de Fórmula 1

El error le costó al piloto de McLaren que le adelantaran 17 coches en las primeras vueltas del Gran Premio de Brasil y perdiera valiosísimos puntos para el mundial. Además del campeonato se calcula que el equipo McLaren perdió unos 400 millones de dólares.

Más información sobre este error.