La cocina

Hace un par de semanas, la cajera del supermercado de enfrente de mi casa me dijo: “Esa es una firma muy práctica”. Luego, como experta grafóloga que estaba demostrando ser, la comparó con la firma de la parte trasera de la tarjeta de débito y, tras verificación, me la devolvió con una sonrisa. Así­ que cinco días más tarde me encontré a una risueña cajera expectante por verme refrendar. Estos momentos que se comparten con las cajeras pueden llegar a ser desmedidamente í­ntimos.

Si somos lo que comemos y comemos lo que compramos, somos lo que compramos. Tyler no está de acuerdo, pero la risueña cajera del súper orgánico chequea los dos boniatos, los cuatrocientos gramos de pollo y las dos cajas de huevos y ya sabe lo que soy. Al igual que mi firma, que es un garabato de un único trazo continuo, más bien una simple rúbrica, soy un psicópata.

Mido la comida y cuento las calorías cada vez que me nutro, que no son pocas veces al dí­a. Actualmente, como 240 gramos de proteína, 350 de carbohidratos y 50 gramos de grasa. Es la fuente de estos macronutrientes, sin embargo, lo que incorpora el comportamiento obsesivo-compulsivo al juego. Aunque el acto de medir la comida se queda corto en este set de desayuno del holandés Ivo Vos:


Una colección de prototipos para el desayuno con la intención de hacer que apreciemos la importancia de las actividades banales.


Para cortar el pan con precisión absoluta.


Básicos. Escala digital para calcular la cantidad de azúcar y medir la leche.


Tetera equipada con un sensor que calcula la distancia desde la que decantamos el té.


Una tostadora en la que es posible ajustar el angulo de eyección del pan y así­ conseguir que aterrice directamente en el plato.


Y la madre del cordero neurótico. La cuberterí­a estampada con un patrón gráfico uniforme, de manera que todas las piezas se pueden alinear perfectamente.

En los últimos años he pasado de utilizar la cocina como mero almacén de botellas de Jägermeister a considerarla un templo vital. En la cocina ahora reparo en la importancia de sus herramientas, el diseño de los materiales y la usabilidad de sus electrodomésticos. Quiero esta:

Locks Air Kitchen by deVOL
La “Locks Air Kitchen” de deVOL, que debe costar un pastizal.

Cuando me separé por primera vez de mi segunda mujer, me tocó afortunadamente en el reparto, la nevera Smeg que pueden ustedes ver en la foto. Acabé malvendiéndola debido a un feo rasponazo producido durante la mudanza, pero era un magnífico frigorífico, con ese inconfundible diseño que caracteriza la marca Smeg.

Una de sus líneas de encimeras a gas viene con mandos iluminados cuando los fogones están encendidos, que aunque parezca una nimiedad, contribuye no solo en seguridad, sino como parte de la solución a uno de los problemas fundamentales en diseño industrial, el de los interruptores.

Las dos dificultades a superar en el diseño de controles son la agrupación, como determinar que mando controla que función, y la topografí­a, como determinar que interruptor controla que luz, por ejemplo, cuando hay varias agrupadas. Si les parece simple, piensen en cuantas veces encienden la luz equivocada o el fogón equivocado debido a estos problemas.

Encimera a gas de Smeg (PGF96)
Esta es la organización habitual de mandos dispuestos en lí­nea y quemadores en forma rectangular. Al final todos sabemos que los diagramas que representan a los fogones se acaban borrando y es necesario aprender que mando corresponde a que quemador.

Un buen uso de la topografí­a natural no necesita letreros y resuelve este problema del tirón, simplemente disponiendo los mandos del mismo modo que los quemadores:

Encimera Smeg P755AN
La organización de los mandos contiene ahora toda la información necesaria para decidir que interruptor activa que quemador.

A parte de unos electrodomésticos con buena usabilidad, en mi cocina ideal (aquí­ hay más) no podrí­an faltar estas herramientas básicas: un buen cuchillo de chef, un par de tablas de cortar en diferentes materiales (plástico para la carne y madera para los vegetales), espátulas de silicona, fiambreras de plástico (tuppers), una batidora y mucho espacio libre.

Magic Bullet (el bueno), Tea Tube (el feo), sartén japonesa de Muji (el malo)
El bueno, el feo y el malo de mi cocina. Así quedó mi sartén nueva tras estrenarla.

  1. El bueno: Hará casi 2 años que tengo ya el Magic Bullet, que por menos de 50 € hace las veces de batidora, minipimer y licuadora. Lo utilizo hasta 2 o 3 veces al día. Batidos, zumos, salsas, aliños y tortillas.
  2. El feo: El Tea Tube, un tubo de aluminio para preparar infusiones, no es precisamente feo. De hecho, me embaucó su elegancia, pero, al igual que mi segunda mujer, me saca de quicio. Tratar de limpiar las hojas del té tras su uso es desesperante. Por esta razónhay versiones posteriores del mismo tubo con compartimento extraíble.
  3. El malo: No conozco a nadie que aprecie el diseño y reniegue de Muji, la tienda japonesa de la que reniego, pero es que no puedo evitarlo desde que me gasté casi 25 € en una sartén para hacer tortillas y que tuve que tirar tras destrozarla en el primer uso. Mi tortilla se quedó pegada de tal manera que se trajo consigo de cuajo el metal de la placa.

La semana pasada, cuando vi a la grafóloga risueña en la caja del supermercado, pensé en añadir un poco de drama al temita de la firma. Tal vez una pausa justo antes del acto y, en ese momento, mirada de complicidad a la cajera sonriente y expectante. Cual fue mi chasco al descubrir que han instalado maquinitas para las tarjetas y ahora con introducir el PIN basta. Se acabaron los autógrafos.

Para bien o para mal, los rasgos de mi personalidad no permiten que algo desbarajuste seriamente mi circuito cerebral de recompensa y motivación. Solamente una substancia, hace unos pocos años, hizo agitar mi nula propensión a la adicción: el chocolate blanco con coco de Lindt.

Aparte de descargar toneladas de dopamina, esta tableta de chocolate tenía la peculiaridad de venderse únicamente en verano. Al llegar septiembre empezaban a retirarlas del mercado, a veces ofertándolas a precios más bajos, cosa que yo aprovechaba para almacenarlas, cual hormiga, para la época de sequía del Excellence Coconut. Me tenía sin cuidado que la fecha de caducidad estuviera cercana en los próximos meses.

Sin embargo, esto es una práctica habitual de las empresas chocolateras. Los Ferrero Rocher y MonCheri, por ejemplo, no se venden en verano, sino a partir de octubre. He leído todo tipo de teorías sobre estos hechos: que si la calidad del producto no se puede garantizar en épocas de calor, con el chocolate derritiéndose, que si en verano el precio de la leche sube, debido a que la hierba se seca y las vacas comen menos, que si los Illuminati… No.

Martin Lindstrom, autor de Brandwashed (Así se manipula al consumidor, en español), explica en su libro como las empresas consiguen lavarnos el cerebro y que compremos sus marcas. Tras cada decisión a la hora de ofrecer un producto, se esconde una ciencia especializada en el arte de la seducción [en]:

Dole y otros cultivadores de plátanos han hecho de la producción de un plátano una miniciencia, en parte para manipular la percepción de frescura. De hecho, han publicado una “guía de plátanos” para fruteros, que muestras las distintas fases de color que puede alcanzar un plátano durante su ciclo de vida. Cada color representa el potencial de venta del plátano en cuestión. Por ejemplo, los registros de ventas indican que los plátanos de color Pantone 13-0858 (también conocido como amarillo vibrante) se venden menos que los plátanos de color Pantone 12-0752 (también llamado botón de oro), que visualmente es un grado más cálido y sugiere una fruta más madura y fresca. Las empresas como Dole han analizado los efectos en las ventas de todas las variedades de color y, por consiguiente, plantan sus cosechas en las condiciones más propicias para obtener el “color” adecuado. ¿Y las manzanas? Aunque resulte difícil de creer, mi investigación reveló que si bien pueden parecer frescas, las manzanas del supermercado tienen en realidad una antigüedad media de catorce meses.







Per Color, exposición de Marco Ugolini, con muchos tonos Pantone, pero que no resultaron en ninguna venta tras tomar las fotografías. Vía Vlamboyant.

Probablemente, como todo en el mercado, la principal causa de retiro del Excellence Coconut responde a razones manipuladoras de marketing. Es el principio de escasez, una de las seis “armas de influencia” que Robert Cialdini apunta en Influence: Science & Practice, un libro que se considera el estándar de facto sobre la psicología de la persuasión. Este principio se vuelve decisivo cuando se hace evidente que el recurso es finito (los clientes ven que es un producto exclusivo) y cuando se adjunta un carácter apremiante a la escasez (se retira del mercado). El “solo quedan dos asientos” o sitios como Ebay, son ejemplos claros de explotación de esta regla.

Ni farmacéuticos, ni enfermas, ni pacientes acostumbran a cuestionar las prescripciones de sus doctores. Cialdini expone un caso en el que un médico ordenó la administración de gotas en el oído derecho para un paciente sufridor de una otitis. En la prescripción, en vez de anotar “Right ear” (oído derecho, en inglés), abrevió escribiendo “place in R ear“. La obediente enfermera que leyó el precepto, procedió a dejar caer la requerida cantidad de gotas en el ano del paciente (rear es trasero en inglés). Evidentemente, un tratamiento rectal para una infección de oído no tiene mucho sentido, pero ni el paciente, ni la enfermera lo cuestionaron.

Este caso explicita el principio de autoridad, que influencia siempre y cuando los clientes crean en el poder y la autenticidad de la autoridad. Michael Pollan, autor de éxito e intelectual en temas de alimentación, publicó Food Rules: An Eater’s Manual, un compendio de reglas para comer de manera saludable. Tales como “no comer cereales para el desayuno que cambien el color de la leche” o, una de sus máximas más importantes: “no comprar alimentos que tengan más de cinco ingredientes“.

A raíz de ello, Häagen-Dazs relanza un mismo producto con diferente nombre, el Chocolate original pasa a llamarse Five. Los dos productos contienen los mismos cinco ingredientes, pero ahora Five es un éxito. Cuantos menos ingredientes, más saludable. Una nueva apreciación del público por la simplicidad, inducida por una autoridad.



Proyecto de Antrepo simplificando los envoltorios de ciertos productos internacionales. En la segunda parte dan un paso más para acabar pecando de simples, con el color del envoltorio y el nombre de la marca en Arial Helvetica.

Pollan, irritado ante esta última estrategia de marketing, acabó añadiendo una nueva regla: “no comer nada anunciado en televisión“.

Una comida por la que morir

No se puede llamar mundo moderno a un mundo en el que más de 50 países aún mantienen y utilizan la pena de muerte. Qué los vinilos y los libros todavía resistan o que se vea alguna que otra cinta VHS tiene un pase, pero lo de la pena de muerte es de juzgado de guardia —bueno, más bien de tribunal supremo en este caso.

Japón y Estados Unidos la siguen aún contemplando y en ambos países se sigue practicando la tradición de ofrecer al condenado una comida especial, la última antes de que sea ejecutado. Una tradición que es en realidad ancestral. En culturas como las griegas, egipcias o romanas se facilitaban alimentos antes de la muerte para afrontar el largo viaje a la otra vida y los aztecas alimentaban a sus sacrificios humanos. La comida más famosa de todas es sin duda La última cena, aquella en la que Jesús sabía que moriría al día siguiente y que consistió en pan y vino en compañía de sus amigos, a.k.a. apóstoles.

David Allen Castillo fue condenado a muerte por el asesinato en 1983 de una mujer a la que apuñaló varias veces durante el robo en una licorería en Texas. Ya desde el corredor de la muerte, la petición para su última ingesta la conformaban 24 tacos, 6 enchiladas, 6 tostadas, 2 cebollas, 5 jalapeños, 2 hamburguesas de queso, un batido de chocolate, un litro de leche y un paquete de Marlboro. Al final se le quedó en 4 tacos [en], que los penitenciarios tienen sus propias reglas incluso para la última dieta.

El mismo Departamento de Justicia de Texas mantenía una web desde la que el público podía revisar las últimas dietas de cada prisionero sentenciado a muerte. En 2003, esta página web se cerró debido a diversas quejas que tachaban la información de fetichista y morbosa. Basándose probablemente en estas listas, el británico James Reynolds ha realizado una serie de fotografías documentando estas peticiones a las que ha llamado Last Suppers (Últimas cenas):








Otros trabajos interesantes de este recién graduado (al que vale mucho la pena ojearle el portfolio) :


6-Pack Typeface (La tipografía 6-pack): alfabeto y números hechos con los anillos de plástico de los packs de 6 latas.


Far Foods: un envasado alternativo para los supermercados. Muestra la distancia desde la que viajan los alimentos al estilo de las tarjetas de embarque.

Entradas relacionadas:

¿Con la comida no se juega?

El próximo mes de Octubre se celebra The Sydney International Food Festival, que ha conseguido gran popularidad gracias a todas esas banderas que diseñaron a base de alimentos:

Bandera de España con alimentos - Sydney Food Festival
Chorizo y paella para la bandera española

Bandera de Italia con alimentos - Sydney Food Festival
Albahaca, espaguetis y tomates para la italiana, que pinta muy saludable

Bandera de Japón con alimentos - Sydney Food Festival
La japonesa siempre encantadoramente minimalista con el sashimi de atún

Bandera de Australia con alimentos - Sydney Food Festival
Puede que esta sea la menos conseguida (por la falta de azul), a no ser que sea la naval de Australia, claro.

Me he entretenido adivinando el resto de banderas (después del salto), pero antes de jurarlas y ya que estamos en el tema, un par de imágenes más relacionadas:

Arte moderno con alimentos

Cadena de restaurantes árabes
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