Están locos estos ingleses…

Esta frase seguro que también la piensan ellos pero con nosotros como sujeto. Todo el mundo se ha preguntado alguna vez el por qué de la conducción por el lado izquierdo de la calzada de los países anglosajones. Intentemos dar algunos datos:

EL conductor británico más famoso de todos los tiempos

No existen claros indicios históricos que demuestren la forma con la que se circulaba por los caminos en la antigüedad. Partiendo de la base que la gran mayoría de la población es diestra, lo más normal es que se controlara a la montura con el brazo izquierdo y se dejara el brazo derecho libre para saludar a los demás viajeros o para utilizar la espada en caso de ataque o defensa. Esto nos hace pensar que el lado más natural para circular debería ser el izquierdo de la calzada.

En 1998 se encontraron los restos arqueológicos de una antigua vía romana que conducía a un pozo minero en Swindon, al sur de Inglaterra. Los arqueólogos pudieron comprobar que los surcos dejados por el paso continuado de los carros eran mucho más profundos en el lado izquierdo de la calzada. Ese era el lado que salía de la mina con lo que concluyeron que se circulaba en dicho sentido durante aquella época y en aquella zona del Imperio.

La primera referencia legal escrita sobre el uso de la circulación por la izquierda la encontramos en 1756. En ella se regula el tráfico de caballos por el lado izquierdo del Puente de Londres.

A finales del siglo XVIII, principalmente en los Estados Unidos de América se produjo el cambio a la circulación por la derecha. Con el uso de las largas diligencias, tiradas por hasta ocho caballos, los cocheros se sentaban en el último caballo de la izquierda. Al conducir por la derecha podían controlar las distancias con los otros carruajes que les adelantaban por la izquierda y evitar sobre todo la colisión entre ruedas.

En Inglaterra las diligencias eran más pequeñas y los conductores tenían un asiento en el lado derecho. Así podían utilizar el látigo sin el riesgo de atizar a los pasajeros que llevaba detrás. Esta costumbre se trasladó a todos los países del Imperio Británico.

Posteriormente, con la invención de los automóviles a motor se colocó la zona de control y mando (volante y cambio de marchas) en el centro del vehículo. Según la tradición de cada país se desplazó el asiento del conductor hacia un lado u otro. Así, los que conducen por la derecha están más cerca del centro de la calzada y pueden ver venir los coches con mayor facilidad. También el conductor puede cambiar de marcha y manipular los controles del coche con la mano derecha. Por otro lado, los que circulan por la izquierda tiene más fácil el evitar rascadas y obstáculos.

Así que como en muchos otros aspectos de nuestra vida cotidiana, la estandarización en la conducción es, por el momento, una utopía. Estos son algunos datos del panorama actual:

  • El 34% de la población mundial circula por la izquierda y el 66% por la derecha;
  • El 28% de las carreteras están preparadas para circular por la izquierda y el 72% por la derecha;
  • Los 4 únicos países de Europa que circulan por la izquierda: Gran Bretaña, Irlanda, Malta y Chipre, son islas y no tienen fronteras con países que conduzcan por el sentido contrario.

¿Qué pasará cuando los millones de chinos y los millones de indios se dediquen a hacer turismo rodado en el país del vecino?

Affordance, una invitación a la interacción

Lo primero en lo que me fijo cuando intento diagnosticar por qué un objeto de uso común nos complica la vida, es su affordance. Sin duda, uno de los elementos más importantes del diseño. La madre del cordero. Sin la apropiada affordance el diseño del objeto fallará en algún grado.

Ejemplos típicos de objetos con una buena affordance serían un guante o un vaso. En todas las culturas tenemos un recipiente similar a un vaso que transmite rápidamente como beber su contenido. En cuanto al guante, puede que confundamos la mano, pero está clarísimo que si no es una, será la otra.

Guantes de plástico

¿Qué es la affordance?

James J. Gibson acuñó este concepto en la década de los 70 para indicar la propiedad que se puede percibir de un objeto que nos indica qué es lo que se puede hacer con él. La affordance sería el uso potencial de un objeto en su relación con el entorno. Gibson vinculó estrechamente el concepto a un entorno ecológico y dependiente de las capacidades físicas del sujeto (una escalera para un niño no es igual que una escalera para un adulto), pero a finales de los 80, Donald Norman catapultaría la affordance a la fama asociándola a los objetos cotidianos: puertas, teteras, cocinas, etc. Con esta nueva visión, la fuerte dependencia en el físico del actor se distribuiría también en capacidades culturales como las creencias, valores, necesidades y experiencias anteriores.

Una definición más actual y glamourosa de la affordance, sería la capacidad de un objeto para invitarnos a utilizarlo. Podríamos difinirla como una irresistible seducción al uso. Habría que notar que es una sugerencia de uso, no de posesión. La seducción a poseerlo creo que nos alejaría del tema.

¿Affordance en español?

El mismo Gibson, al acuñar el término nos confirmaba que “el verbo afford se encuentra en el diccionario, pero no el sustantivo affordance“. Afford en inglés significa proporcionar o permitir. Si una superfície es horizontal, suficientemente plana y resistente (una silla o una mesa, por ejemplo), esa superfície proporciona soporte y permite (affords) sentarnos. Esta acepción original nos conduciría a traducir affordance por permisividad o permitividad, por ejemplo. Aunque el significado de estos términos no sería muy acertado.

No hay una traducción mayoritariamente aceptada, pero estos son algunos de los intentos: comprensión intuitiva, posibilidades, adecuación, manipulación directa, invitabilidad, provisión, ofrecimiento y potencialidad. Como esta tarea es más propia de gurús, seguiremos refiriéndonos a ella por el término inglés.

¿Cómo se producen las affordances?

A través de la affordance podríamos interactuar con un objeto sin necesidad de haberlo conocido con anterioridad. Tradicionalmente, para descubrir la funcionalidad de un objeto tendríamos que reconocerlo y categorizarlo para así inferir su uso. Mediante las affordances no es necesario reconocer el objeto, sino su funcionalidad a través de su imagen. (Aunque no sólo percepción visual. Pensemos, por ejemplo, en nuestra capacidad para estimar la longitud de un palo que cogemos por un lado, sin tocarlo por el otro, sólo balanceándolo desde un punto de sujeción.)

Todos los objetos nos transmiten instrucciones de como deben ser usados a través de sus formas, dimensiones, colores, texturas y materiales con los cuales han sido construidos. Otro ejemplo típico en estos casos son las puertas. A veces, no es obvio si se empujan o hay que tirar de ellas. Esa pequeña cantidad de información puede resolverse mediante un pomo (para tirar) o una placa lisa (para empujar) y, de esta manera, no sería necesario añadir señales de “empujar” o “tirar”.

La relación entre estas características y las necesidades del individuo en acción la podemos concentrar en dos conceptos:

  • Visibilidad. Para poder realizar una acción sobre un objeto éste debe ser visible. Volviendo al ejemplo del pomo de la puerta, se acentúa esta propiedad cuando está colocado a la altura de la mano de una persona normal. Si estuviera colocado por encima de nuestras cabezas no trasmitiría un uso manual.
  • Comprensión intuitiva. Debe ser evidente la parte del objeto sobre la que hay que realizar la acción y cómo hacerla. A nadie se le ocurriría agarrar un cuchillo por el filo o empujar una palanca (en vez de girarla); por el mismo motivo, los niños se mueren de ganas por meter los dedos en los enchufes.

Semiótica de las affordances

En ocasiones, este acoplamiento entre sujetos y objetos descubre nuevos usos dependientes de las necesidades del entorno o del usuario. Cuando, por ejemplo, necesitamos sustituir un elemento que no tenemos a mano por otro. A pesar de que no fumo, he percibido una affordance en los mecheros para abrir botellas de cerveza y, a juzgar por el siguiente video, hay gente que la ha percibido no sólo en los mecheros:

Además, estas negociaciones entre objetos y personas favorecen la organización y significación que hacemos del mundo. En virtud de las affordances que hemos desarrollado para una mesa y para un florero, no decimos “la mesa está bajo el florero”, sino “el florero está sobre la mesa”.

En resumen, tengamos siempre en cuenta las affordances en el diseño. Invitaciones al uso de los objetos. Cuando se aprovechan adecuadamente estas “sugerencias de uso”, “basta mirar para saber que hacer, sin tener que recurrir a figuras, etiquetas o instrucciones”. Me he resistido hasta el final, pero no puedo remediar el pensar en la affordance de unos pechos femeninos. ¿Hay algo con más affordance? ¡Hasta un recién nacido sabe lo que hacer con ellos!

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El peligro de los estándares con nombre y apellido

Knight Industries Two Thousand y Cyberdyne Systems Corporation han llegado a un acuerdo para crear un sistema estándar de comunicación entre máquinas y humanos.

Este titular refleja al dedillo la definición de estándar: un acuerdo entre un grupo de profesionales oficialmente autorizados para establecer una recomendación o regla basada en su experiencia práctica. Dependiendo de ciertas características en esta definición, los estándares se dividen en los dos tipos siguientes:

  • Los estándares de iure son generados por un comité con estatus legal y están avalados por el apoyo de un gobierno o institución para producir estándares. Es un proceso complejo que podríamos resumir de la siguiente manera: se generaría un borrador público con las especificaciones de comunicación máquina-humano, en el que cualquier interesado podría presentar enmiendas. Acme Corporation, por ejemplo, podría no estar de acuerdo con la propuesta de dejar a las máquinas controlar el arsenal militar de los Estados Unidos con independencia de los humanos. Una vez hechas las correcciones y alcanzado un consenso, se aceptaría el nuevo estándar.

    ISO, ANSI, IEEE y W3C son ejemplos de comités que crean estándares de iure en informática.

  • Los estándares de facto tienen un carácter más romántico e ideal. Se generan a partir de desarrollos que hayan tenido una gran difusión o del éxito que puedan tener ciertos productos en el mercado. Probablemente, el uso generalizado del Turbo Boost, convertiría esta característica en un estándar de facto para los coches controlados por inteligencia artificial. Encontraríamos la definición de este estándar en el mismo manual que acompaña al automóvil.

    Entre los más conocidos estándares de facto se encuentran la obsoleta cinta de video VHS, la iconografía de los aeropuertos o la disposición de los números en los teclados y teléfonos.

Así pues, tenemos a Cyberdyne Systems Corporation dispuesta a facilitarnos la vida gracias a un maravilloso estándar. Podremos comunicarnos con todas las máquinas de la misma manera. No tendremos porqué preocuparnos de cómo confirman nuestros datos. Todas dicen: “afirmativo”.

Sin embargo, no olvidemos que Cyberdyne es una empresa y como tal, estará dispuesta a aprovechar su imagen y su ventaja tecnológica para ocupar una posición predominante en el mercado. Una posición que peligrosamente podría acercase al monopolio. Y cuando un estándar no es público, sino un producto perteneciente a una compañía privada, es probable que los consumidores acaben arrepintiéndose de haberle dado tanto poder…

5 productos cotidianos que facilitan la vida

Entre los premios IDEASM (International Design Excellence Awards) de este año 2007, me gustaría destacar estos 5 productos por su facilidad de uso y cotidianidad:

Abridor de latas One Touch™: simplemente hay que colocar el abridor en la lata y pulsar el botón “start”. Un paso más hacia la botonización mundial. Cuando la lata está abierta, el One Touch se para automáticamente y un imán atrae la tapa consigo. Inicialmente se diseñó para personas mayores, pero su facilidad de uso la ha hecho muy popular para cualquiera que necesite abrir una lata.

Revolutionized Wrench: una “vuelta de tuerca” a la llave inglesa clásica. Proporciona una excepcional ergonomía y control, ya que las cabezas de la llave están montadas perpendicularmente para proporcionar un mejor agarre cuando se aplica la fuerza.

Llave inglesa revolucionada

SmartMoney: avanzando por los sistemas de pago sin moneda, SmartMoney es un dispositivo para pagar a crédito o débito a través de RFID (Radio Frequency Identification). Incrementa la velocidad y comodidad de la transacción y está diseñado para ser transportado y usado fácilmente.

Smartmoney de Citibank

PalmPeeler™: redefiniendo las actividades más mundanas con estilo y usabilidad. Este pelador de vegetales está diseñado con la idea de ser una extensión de la mano. Se coloca como una anillo y se empieza a pelar, protegiendo así los dedos de la cuchilla. La misma marca ha creado el PalmBrush™, para limpiar los vegetales.

Pelador y cepillo de vegetales

e-Sullivan: un dispositivo orientado a personas ciegas. Convierte cualquier tipo de material impreso en Braille. Al estar diseñado para llevarlo consigo, es muy útil a la hora de leer información de productos y precios en tiendas. Además, dispone de una superficie simple y un número de botones muy limitado para aumentar la usabilidad.

e-Sullivan, convertidor a Braille

La tecnología que mejor se adapta a tus necesidades

La tecnología debe ajustarse a las necesidades de las personas.

El Gurú me ha prestado esta frase que me permitirá explicar que, en verdad, las personas deben primero conocer sus necesidades para, posteriormente, elegir la tecnología que mejor se ajuste a éstas. Voy a poner un ejemplo:

“La mayoría de las chicas necesitan llevar un espejo en el bolso. El cristal negro brillante del iPhone se convierte en un práctico espejo para maquillarse cuando la pantalla está apagada. Por tanto, la tecnología que mejor se adapta a sus necesidades es un iPhone.”

No hay que dejarse llevar por las necesidades que nos imponen. Tyler lo sabe:

La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos.

Pero si no conoces tus necesidades es fácil que acabes comprándote un iPhone para maquillarte. Me propuse cambiar mi primer reproductor de MP3 (un Rio 500 de 64 Mb) en tiempos de la tercera generación de iPods. En la gran manzana tenías que tener uno. Así que me hice con un iPod de 20 Gb para cubrir unas necesidades que no tenía. Realmente, nunca necesité más de 2 Gb, ni los juegos, ni la agenda y, si alguna vez hubiera querido maquillarme, no pude porque el supuesto espejo del reverso a los dos días parecía el cristal de una churrería. Así que esta vez que tuve que volver a cambiar de reproductor, opté por uno que costaba 3 veces menos (un Creative Zen).

Conozco mis necesidades respecto a los reproductores de MP3 y puedo elegir la tecnología que mejor se adapte a mi uso de entre todo el amplio abanico de posibilidades. También conozco mis necesidades con respecto a un móvil: lo saco del bosillo 300 veces al día, lo dejo encima de cualquier sitio, lo uso comiendo, de despertador por las mañanas, etc. Hace poco me senté encima suyo y cuando me di cuenta la pantalla estaba negra. Su oscura sangre bañaba suficientemente el cristal como para necesitar uno nuevo. Está claro, ¿necesito un iPhone?.

Evidentemente no. No necesito un iPhone para maquillarme. Lo que necesito son “polvos con espejo”… Mmm… Me refiero a esto:

Colorete en polvo de Chanel