La metáfora del escritorio

La metáfora es un término asociado normalmente al lenguaje y se utiliza para relacionar una palabra en su sentido literal con otra que tenga cierto parecido con ésta. Morder el polvo, por ejemplo.

Si la metáfora esta correctamente definida podría servir para, a través de un concepto conocido, entender otro nuevo o abstracto de una forma familiar. Un usuario podría intuir la funcionalidad de la papelera de reciclaje sin ayuda adicional.

En este punto me pondría a hablar de la historia y bondades de la metáfora del escritorio de los sistemas operativos, con sus papeles, carpetas, archivadores, buzones de correo y papeleras. Pero he visto en No puedo creer que lo hayan inventado este video que habla por sí solo. Ante ustedes, la metáfora del escritorio:

Cabe recordar, sin embargo, que nunca una metafora debe comportarse literalmente como la entidad que representa.

Actualización: En este caso, la metáfora del escritorio del MundoReal™ adaptada para los ordenadores, ¡vuelve al MundoReal™!

Carpetas clasificadoras de Wir Gestalten

Los botones del ascensor

Usar un ascensor es tan simple como pulsar un botón. Siempre que sepas cuál, porque no voy a hablar de los que utilizamos para llamar al ascensor, sino de los que se encuentran en el interior de éste.

Para muestra, un botón… o varios:

Botones del interior de un ascensor

Francamente, hay veces en las que no sé con seguridad cuál es el botón que me llevará a la salida del edificio. En la imagen podemos llegar a ver las letras H, P, E y B en un mismo tablero. Reduciremos los conceptos que pueden causar confusión a los tres siguientes (en orden descendente):

  • Principal: Piso que se halla sobre el bajo o el entresuelo.
  • Entresuelo: Piso situado entre el bajo y el principal de una casa.
  • Planta baja: Piso bajo de un edificio.

Suponemos que la B es para planta baja, la E para entresuelo y la P para principal. ¿Sería posible encontrarnos en un ascensor un único botón con letra y que fuera la P? En teoría no, porque para que exista el piso principal debería existir el entresuelo o el bajo.

En este caso, la distribución geográfica de los botones nos puede ayudar a discernir el orden: B-E-P-H-2. Queda pues sin resolver cual es el piso H. ¿Es el piso de Planck?

La letra que conducía a la entrada del edificio era la E. ¿Querría decir pues la E entrada? En Alemania es usual marcar el botón que lleva a la entrada con la letra E (Eingang). A pesar de ser correcta la distribución, se confunde entrada y entresuelo.

En Estados Unidos, el piso de entrada a un edificio acostumbra a ser el 1 y el que está sobre éste, lógicamente, siempre es el 2. Lo que en España sería el primer piso en USA y Alemania es, como mínimo, el 2. Luego, es común escuchar cosas como: “yo vivía en un tercer piso que en realidad era un quinto”.
Seguir leyendo…

Estándares sin fronteras

En este weblog estamos muy a favor de los estándares. Si todos los cargadores de móviles fueran estándar, no necesitaría cargar con uno cada vez que voy a pasar un fin de semana en casa de mi novia.

Estamos aún más a favor de los estándares internacionales. Así no necesitaría llevarme el cargador de viaje cada vez que voy a visitar a mi novia a Maryborough. Pero es que nos rendimos completamente a los estándares internacionales abiertos, con los que no necesitaría ni… novia.

Sólo pretendía hacer una declaración de intenciones defendiendo en gran medida los estándares, tema recurrente del blog. Necesitamos de un mundo normalizado para entendernos, interconectarnos y saber como hacer las cosas.

Aprovecho esta entrada para presentar a un futuro colaborador del blog, defensor acerrimo de las normas: El Gurú de los mediocres. Atención porque “cuando El Gurú habla, todos escuchan”.

El estándar definitivo de almacenamiento

Recuerdo cuando irrumpió, allá por el noventa y poco, el “estándar definitivo de almacenamiento”, entonces llamado CD-ROM. Ahora se llama DVD. Pronto se llamará Blue-ray o VMD. Más tarde lo llamaremos HVD, etc. Típicos formatos que en su momento fueron o serán el sólido y definitivo estándar para almacenar y distribuir información.

En cuanto llegaron los 44 KHz, enterramos los cassettes. Ya no servirán como “estándar definitivo”, acababa de llegar el apabullante futuro. Al final resulta que el hoyo que estabamos cavando para los vinilos lo aprovecharán antes los CDs. Ahora escuchamos la música en un reproductor de MP3.

Cuando perdí definitivamente mi fe ciega en los “estándares definitivos”, todo fue a a parar a un disco duro, o varios. Y el inservible formato a la basura, que es lo de menos. Lo importante es que sea pequeño, o mejor aún, ponible, integrable. ¡Qué se mueran ya las cinco pulgadas! Que formato más incómodo.