La consistencia de las instrucciones del microondas

En el pódium de conceptos clave para la usabilidad y los estándares, a parte de la affordance, seguro que aparecería la consistencia. Este concepto mágico se resume en que debemos hacer que los mismos mecanismos se usen de las misma manera siempre. Cuando un botón que parece un botón actúa como un botón, es que la consistencia ha hecho acto de presencia.

Los estándares son una manera de asegurar la consistencia y, por tanto, la usabilidad de un objeto o sistema. En Exocert.com, además de resolvernos un misterioso código QR, nos hablaban de un error en la web de Nokia. Comparando las prestaciones de algunos teléfonos, los datos de duración de la batería no aparecían en las mismas unidades de tiempo, con lo que a simple vista no era fácil saber a que aparato le duraría más la batería.

Esto me ha hecho recordar un problema parecido de consistencia que encuentro muy a menudo. Normalmente, la mayoría de las instrucciones para calentar un plato precocinado en el microondas vienen en vatios. Del tipo “calentar en el microondas a 750 W durante 7 minutos”:

Instrucciones para calentar comida en el microondas

Pero, ¿qué ocurre cuando llegamos al microondas? Esto:

Rueda de selección de potencia en microondas

Las instrucciones para usar el microondas y el uso real del microondas no es consistente, no están en las mismas medidas. Así me salen los precocinados, que a veces me los como medio fríos o más secos que una mojama.

Actualización: Miguel me informa de que mi incompetencia calentando platos al microondas se debe a otros problemas de consistencia. Aprovecho para mostrar mi microondas preferido, propiedad de una espectacular mujer:

Microondas SHARP R-212U

Objetos imposibles de usar… y que manchan

La marca de detergentes Tide ha presentado una simpática campaña publicitaria. El primer anuncio me hizo pensar irremediablemente en la “Cafetera para masoquistas” de Carelman, famosa portada del libro de Donald Norman “Psicología de los objetos cotidianos“. Representante de los objetos imposibles de usar y a los que Tide ha añadido un par más de una manera muy acertada:

Jarra de vino imposible - Detergente Tide

Vaso de café imposible - Detergente Tide

Bolsita de ketchup imposible - Detergente Tide

Visto en I Believe In Adv.

Affordance, una invitación a la interacción

Lo primero en lo que me fijo cuando intento diagnosticar por qué un objeto de uso común nos complica la vida, es su affordance. Sin duda, uno de los elementos más importantes del diseño. La madre del cordero. Sin la apropiada affordance el diseño del objeto fallará en algún grado.

Ejemplos típicos de objetos con una buena affordance serían un guante o un vaso. En todas las culturas tenemos un recipiente similar a un vaso que transmite rápidamente como beber su contenido. En cuanto al guante, puede que confundamos la mano, pero está clarísimo que si no es una, será la otra.

Guantes de plástico

¿Qué es la affordance?

James J. Gibson acuñó este concepto en la década de los 70 para indicar la propiedad que se puede percibir de un objeto que nos indica qué es lo que se puede hacer con él. La affordance sería el uso potencial de un objeto en su relación con el entorno. Gibson vinculó estrechamente el concepto a un entorno ecológico y dependiente de las capacidades físicas del sujeto (una escalera para un niño no es igual que una escalera para un adulto), pero a finales de los 80, Donald Norman catapultaría la affordance a la fama asociándola a los objetos cotidianos: puertas, teteras, cocinas, etc. Con esta nueva visión, la fuerte dependencia en el físico del actor se distribuiría también en capacidades culturales como las creencias, valores, necesidades y experiencias anteriores.

Una definición más actual y glamourosa de la affordance, sería la capacidad de un objeto para invitarnos a utilizarlo. Podríamos difinirla como una irresistible seducción al uso. Habría que notar que es una sugerencia de uso, no de posesión. La seducción a poseerlo creo que nos alejaría del tema.

¿Affordance en español?

El mismo Gibson, al acuñar el término nos confirmaba que “el verbo afford se encuentra en el diccionario, pero no el sustantivo affordance“. Afford en inglés significa proporcionar o permitir. Si una superfície es horizontal, suficientemente plana y resistente (una silla o una mesa, por ejemplo), esa superfície proporciona soporte y permite (affords) sentarnos. Esta acepción original nos conduciría a traducir affordance por permisividad o permitividad, por ejemplo. Aunque el significado de estos términos no sería muy acertado.

No hay una traducción mayoritariamente aceptada, pero estos son algunos de los intentos: comprensión intuitiva, posibilidades, adecuación, manipulación directa, invitabilidad, provisión, ofrecimiento y potencialidad. Como esta tarea es más propia de gurús, seguiremos refiriéndonos a ella por el término inglés.

¿Cómo se producen las affordances?

A través de la affordance podríamos interactuar con un objeto sin necesidad de haberlo conocido con anterioridad. Tradicionalmente, para descubrir la funcionalidad de un objeto tendríamos que reconocerlo y categorizarlo para así inferir su uso. Mediante las affordances no es necesario reconocer el objeto, sino su funcionalidad a través de su imagen. (Aunque no sólo percepción visual. Pensemos, por ejemplo, en nuestra capacidad para estimar la longitud de un palo que cogemos por un lado, sin tocarlo por el otro, sólo balanceándolo desde un punto de sujeción.)

Todos los objetos nos transmiten instrucciones de como deben ser usados a través de sus formas, dimensiones, colores, texturas y materiales con los cuales han sido construidos. Otro ejemplo típico en estos casos son las puertas. A veces, no es obvio si se empujan o hay que tirar de ellas. Esa pequeña cantidad de información puede resolverse mediante un pomo (para tirar) o una placa lisa (para empujar) y, de esta manera, no sería necesario añadir señales de “empujar” o “tirar”.

La relación entre estas características y las necesidades del individuo en acción la podemos concentrar en dos conceptos:

  • Visibilidad. Para poder realizar una acción sobre un objeto éste debe ser visible. Volviendo al ejemplo del pomo de la puerta, se acentúa esta propiedad cuando está colocado a la altura de la mano de una persona normal. Si estuviera colocado por encima de nuestras cabezas no trasmitiría un uso manual.
  • Comprensión intuitiva. Debe ser evidente la parte del objeto sobre la que hay que realizar la acción y cómo hacerla. A nadie se le ocurriría agarrar un cuchillo por el filo o empujar una palanca (en vez de girarla); por el mismo motivo, los niños se mueren de ganas por meter los dedos en los enchufes.

Semiótica de las affordances

En ocasiones, este acoplamiento entre sujetos y objetos descubre nuevos usos dependientes de las necesidades del entorno o del usuario. Cuando, por ejemplo, necesitamos sustituir un elemento que no tenemos a mano por otro. A pesar de que no fumo, he percibido una affordance en los mecheros para abrir botellas de cerveza y, a juzgar por el siguiente video, hay gente que la ha percibido no sólo en los mecheros:

Además, estas negociaciones entre objetos y personas favorecen la organización y significación que hacemos del mundo. En virtud de las affordances que hemos desarrollado para una mesa y para un florero, no decimos “la mesa está bajo el florero”, sino “el florero está sobre la mesa”.

En resumen, tengamos siempre en cuenta las affordances en el diseño. Invitaciones al uso de los objetos. Cuando se aprovechan adecuadamente estas “sugerencias de uso”, “basta mirar para saber que hacer, sin tener que recurrir a figuras, etiquetas o instrucciones”. Me he resistido hasta el final, pero no puedo remediar el pensar en la affordance de unos pechos femeninos. ¿Hay algo con más affordance? ¡Hasta un recién nacido sabe lo que hacer con ellos!

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Un buen diseño abre muchas puertas

Sin temor a labrarme una reputación de inútil, en ocasiones, tengo problemas con las puertas. Cierto que poco se puede hacer con ellas. A no ser que seas carpintero o graffitero, o las abres o las cierras. Sin embargo, las puertas son un clásico ejemplo a la hora de hablar de usabilidad. ¿Quién no ha empujado puertas de las que debería tirar o tirado de algunas que debería empujar?

En la siguiente fotografía la situación se agrava. Un buen diseño disiparía toda duda sin necesidad de símbolos ni palabras, poniendo a disposición suficientes pistas visibles acerca del funcionamiento. Pero en esta ocasión, no se hace un uso optimizado de la captación intuitiva o affordance en el diseño de las puertas.

Puertas a la salida del metro de Barcelona

Básicamente, las placas metálicas no dejan claro en que punto debemos usarlas. Indican que se pueden empujar desde cualquier punto, cosa que no es cierta si intentas hacerlo desde el lado cercano a los goznes.

En este caso, con puertas contiguas, saber donde está el gozne (cuyas bisagras están ocultas por cuestiones de diseño) no es intuitivo. Menos aún si tienes tras de tí una avalancha de gente estresada corriendo hacia la salida.

Sí, un grifo necesita instrucciones

Respondo a la pregunta de Harry. Este grifo, por su estado, completamente suelto, casi arrancado de cuajo por la furia de algunos usuarios que sólo querían volver a la mesa con las manos limpias, necesitaba instrucciones.

Grifo del lavabo de un restaurante

Por supuesto que esto es una señal evidente de que el grifo está mal diseñado.

Solución: Había que levantar la pieza cuadrada que se encuentra sobre el grifo. Ni girarla, ni apretar, ni buscar una pedalera, etc.

¿Cómo se enciende este ordenador?

¿Cómo se enciende este ordenador?

A menudo una tarea tan común como la de encender un ordenador (ajeno) se convierte en una irritante prueba. Me encontré esta CPU en un centro público de acceso a Internet y acabé pidiendo ayuda a la encargada del centro para poder encender el ordenador. Humillante, ¡llevo más de 20 años encendiendo ordenadores!

¿Cuál es el problema? Probablemente, esa visible muesca debía albergar un botón de encendido, pero en este caso, el interruptor se encontraba en la parte de atrás. ¡Haz que lo que se parece a un botón sea un botón!

Un ejemplo perfecto de la confusión que puede causar un objeto cuando su affordance nos comunica una función que no tiene.

El lado positivo de esta experiencia es que la encargada del centro era una mujer espectacular.

xema