El viaje a ninguna parte
Jakob y Verena llevaban juntos 8 años cuando los conocimos de vacaciones en Cádiz. Cada vez que nos encontrábamos, ella cargaba con bolsas de las tiendas de zapatos más caras. Mi mujer se ponía verde de envidia y yo miraba a Jakob con cara de “pisha, lo que diga tu mujé, no?“. Una tarde, después de unos ajenjos con Proseco, confesaron, entre tímidas risas, que él no “funcionaba” si ella no lucía zapatos de tacón nuevos. Únicamente. Cada fin de semana estrenaban nuevos zapatos de ella por todo lo grande, sólo que en vacaciones, con tanto tiempo libre, el ritual se repetía casi cada día.
Casualmente, en el Baluarte de la Candelaria estrenaban durante esa semana una original exposición de zapatos. No me pude quitar a Verena de la cabeza.
Este podría formar parte de la exposición de Meccano que me encontré en Madrid.