Predicción: la muerte del buzón de voz
Cada vez que llamo por teléfono a alguien y salta el buzón de voz, cuelgo la llamada. Nunca dejo un mensaje. Por dos sencillas razones:
- Es estresante, me pone nervioso, es como un casting. Me siento peor que al hablar con esas máquinas que reconocen la voz en los servicios de atención al cliente.
- Nunca escucho el buzón de voz de mi propio teléfono, incluso cuando sé que alguien me ha dejado un mensaje. ¿Por qué? Por dos sencillas razones:
- Comportamiento social. Si ha sido por algo urgente, ya no lo es y, si intentan localizarme, llamarán de nuevo.
- No recuerdo como escucharlo. No sé la combinación de teclas o donde hay que llamar para ello, ni me esfuerzo en saberlo. ¿Por qué? Por dos sencillas razones:
- Las compañías ya han instaurado un servicio de llamadas perdidas que sustituye al propio buzón de voz.
- Para batir mi propio récord de razones anidadas.
Poco queda por decir cuando hasta el propio Enrique Dans ya ha dado por muerto al buzón de voz. El máximo problema radica ahora en que este servicio nos lo dan habitualmente activado por defecto (como jugarreta para cobrar todas aquellas llamadas inútiles que se hacen cuando salta el contestador) y las opciones de desactivación del buzón se antojan jeroglíficas. Así que, enterramos el buzón de voz junto al fax en una más de nuestras predicciones.